Nuevas formas de hacer política (64 / Enero - Febrero 1983)
Nº 64 — Enero - Febrero 1983

Nuevas formas de hacer política

Presentamos una gran variedad de experiencias nuevas de hacer política en diferentes países, aunque estamos conscientes que ellas no son representativas de la totalidad. Los artículos de esta edición, pues, representan un primer intento para determinar cómo evolucionan y se interrelacionan dialécticamente estas nuevas organizaciones y fuerzas sociales de base -que han desarrollado objetivos e ideologías propias al mismo tiempo que han ido asumiendo su autorrepresentación política- con respecto a los partidos, al Estado o al gobierno central.

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Tema central

La avanzada electoral: un movimiento original

UNA NUEVA FORMA DE PARTICIPACION POLITICA Y DE CRECIMIENTO PARTIDARIO 16 de mayo de 1982. Elecciones generales en la República Dominicana. Candidato ganador, Salvador Jorge Blanco, del Partido Revolucionario Dominicano. Su triunfo es atribuible no solamente al trabajo de su partido, sino también, y en porcentajes importantes, al movimiento llamado Avanzada Electoral. Un hecho innegable. La Avanzada Electoral fue una novedad en la campaña electoral dominicana. Este movimiento constituyó un fenómeno político notable. Notable por el número de ciudadanos que movilizó; notable también por la dinámica de crecimiento que utilizó... ¿Tal vez fue sólo un reflejo del comportamiento populista? Quizás. Y ello sería justificable puesto que se movió paralelamente a un partido con tantos rasgos de populismo. ¿Fue un movimiento sin asidero ideológico concreto? Sin duda. Pero es que, de nuevo, se desarrolló paralelamente a un partido cuya ideología tampoco estaba demasiado definida. Sin embargo, debemos reconocer su originalidad, su eficiencia y su magnitud en el contexto político geográfico. La Avanzada Electoral respondió a una necesidad. Movilizar políticamente y más allá de la simple asistencia a la urna en el día de las elecciones. Inscribirse en la Avanzada representó para muchos ciudadanos una forma de participar en la campaña electoral, sin sentirse "aprisionados" por los esquemas y condicionamientos de un partido. Al mismo tiempo permitió demostrar que sí se estaba de acuerdo con el candidato, aunque se tuvieran serias dudas con respecto al partido. La originalidad de la Avanzada consistió, quizás, en haber logrado la movilización de personas no interesadas, aparentemente, en la política.

La fuerza de los débiles. El modelo de las organizaciones de derechos humanos

La forma tradicional de hacer política ­ el partido ­ se funda en una formulación doctrinaria, a la cual adhieren sus militantes según sus propias convicciones. A partir de allí emprenden la acción. Esta concepción societaria en que los individuos se agrupan por creencias o por una identidad teórica para emprender la historia, encierra una contradicción de partida. Los individuos no se congregan por ideas, lo hacen para emprender tareas de conjunto en una realidad, en un \"aquí\" y en un \"ahora\", determinante en la viabilidad de las metas implícitas en esas tareas. Así, la coincidencia doctrinal no asegura la unidad de acción, en razón de la diferente percepción e interpretación de esa realidad. Pretenderlo es una reminiscencia teocrática, en la cual se incluye hasta el marxismo-leninismo. La nueva concepción política en las organizaciones de base latinoamericanas, arranca a la inversa de la realidad y congrega adherentes en torno a un plan concreto impuesto por las urgencias derivadas del deterioro de la vida en las grandes mayorías del continente. Cierto es que el consenso del grupo requiere los lineamientos gruesos de una ética común, sea solidaria o individualista. Superada esta disyuntiva, las restricciones que impone la doctrina en la política contemporánea son irrelevantes a la acción común, por el peso de esas urgencias. Es la controvertida y ya consolidada alianza cristiano-marxista en América Latina. Este modelo libre de las ataduras normativas clásicas, surgido de la realidad, su interpretación y urgencia, es la \"construcción del momento político\", denominación genérica con que se le identifica.

La liberación de la religión. Los cristianos y las organizaciones populares

Entre los cristianos latinoamericanos ha surgido una corriente histórica lo suficientemente grande en sus dimensiones y ambiciosa en sus objetivos como para hacer pertinente la pregunta por su carácter de movimiento social. Parte de una nueva comprensión de las implicaciones sociales de una fe cristiana liberadora. Sólo el pueblo organizado puede ser sujeto de la construcción de una nueva sociedad. De allí el compromiso radical en la construcción de un movimiento popular complejo y variado, cuyas posibilidades de éxito histórico se juegan en los próximos años. Si a alguno de los millones de cristianos latinoamericanos que participan en las multiformes organizaciones del pueblo, surgidas en las últimas décadas a lo largo y ancho del continente, le preguntásemos si forma parte de los \"nuevos movimientos sociales\", obtendríamos como respuesta, seguramente, una interrogativa cara de sorpresa y una lluvia de preguntas acerca de eso de los movimientos sociales. Sin embargo, no cabe la menor duda de que entre los cristianos latinoamericanos ha surgido una corriente histórica lo suficientemente grande en sus dimensiones y ambiciosa en sus objetivos y proyectos, como para que la pregunta sobre si se trata de un movimiento social sea pertinente. Las reflexiones que aquí ofrecemos no pretenden resolver la cuestión planteada sino resumir las principales reflexiones que a este respecto han surgido en el propio seno de los cristianos comprometidos en esta corriente histórica. Por eso, carecen de toda pretensión de originalidad y son deudoras de anteriores escritos e intercambios.