La incidencia del capital
transnacional en la producción y distribución de alimentos se ha intensificado en América
Latina y el Caribe. El poder de estas empresas se amplifica
con continuas adquisiciones,
fusiones, alianzas, contratos y
acuerdos informales que buscan ampliar su capacidad de influencia y fortalecer sus
posibilidades de expansión. Este proceso se ha combinado
con la presencia creciente de las translatinas y con
redefiniciones en los marcos que regulan la inversión extranjera
directa y que limitan el ejercicio
de las funciones de los Estados.