Aunque muchas veces se pasa por alto, el aporte de las mujeres al cine latinoamericano ha sido clave, no solo frente a la cámara sino detrás de ella. Al comienzo, el cine silente contó con importantes innovaciones estéticas y de producción introducidas por mujeres. Más tarde, en los combativos años 60 y 70, las directoras asumieron posiciones radicalmente feministas y se manifestaron en colectivos de cineastas mujeres, muchas veces orientados al género documental. Hoy las mujeres ya no tienen que demostrar que manejan las artes del oficio: los éxitos internacionales, las innovaciones estilísticas y los recursos narrativos originales que han aportado así lo demuestran.