Coyuntura
NUSO Nº Octubre 2017

Una apuesta para retomar la iniciativa popular articulada en las Américas La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo

La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo es un proceso político en pos de retomar la acción articulada y unitaria de los movimientos sociales en la región. La experiencia acumulada entre 2015 y 2017 constituye una base consistente a partir de la cual será posible seguir creciendo. Además de reconstruir el tejido unitario y de recuperar confianza, los movimientos sociales y los sectores organizados tienen el desafío de convocar a otros actores sociales y políticos en la idea de ampliar la capacidad de resistencia y movilización a mediano y largo plazos, de modo de contraponer una agenda a la ofensiva conservadora en la región.

Una apuesta para retomar la iniciativa popular articulada en las Américas  La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo

Este artículo intenta sistematizar el proceso de construcción de la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo lanzada durante el año 2016, cuyo punto culminante fue el día 4 de noviembre de ese año. Acordada en La Habana durante los días 20 a 22 de noviembre de 2015, en el «Encuentro Hemisférico Derrota del ALCA, 10 años después», que fuera convocado por varias organizaciones de la región con las entidades y movimientos sociales cubanos como anfitriones, la Jornada representa el principal esfuerzo de unidad y coordinación del movimiento popular en las Américas luego de varios años de acciones que han sido dispersas y sectoriales. Este análisis se hace desde el espacio de referencia sindical que es la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA), organización que es parte del núcleo inicial que impulsó la Jornada y que ha comprometido la participación sindical en el proceso como parte de una estrategia de alianzas en procura de construir un nuevo sujeto protagónico regional. En un escenario complejo, debido a la avanzada conservadora en la región y en el mundo y al desgaste de los llamados gobiernos progresistas, los movimientos sociales representados en La Habana recordaron el proceso que permitió la derrota del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005, compartieron la visión sobre los desafíos de la coyuntura y consensuaron una agenda mínima para retomar una acción más unitaria y articulada. Conscientes de las limitaciones y dificultades para una acción unitaria que involucra a una diversidad de expresiones sociales y políticas de distintos orígenes nacionales y con pautas diferentes, la Jornada, desde el principio, no pretendió erigirse en un espacio único o con intenciones hegemónicas. Por el contrario, busca ser el espacio para la reanudación de la iniciativa articulada desde los pueblos, que permita presentarse ante los diferentes sectores y países como una de las respuestas posibles a la ofensiva conservadora contra los pueblos de las Américas. Este artículo pretende, entonces, analizar la iniciativa de la Jornada Continental como un proceso político que se inscribe en la historia más reciente de la lucha de los movimientos populares, especialmente de América Latina y el Caribe.

De Mar del Plata a La Habana: 10 años para un balance

A partir del Encuentro de La Habana, en noviembre de 2015, los movimientos sociales de las Américas (sindicatos, campesinos, de mujeres, de jóvenes, ambientalistas, entre otros) se propusieron realizar una jornada de movilizaciones en todo el continente como respuesta a la compleja situación que amenaza a las democracias y los derechos de una amplia gama de militantes, activistas y defensores de derechos humanos que enfrentan las políticas neoliberales, sus principales instrumentos −los tratados de libre comercio (TLC)− y sus beneficiarios, las empresas transnacionales. Construir este camino y llegar a su concreción en La Habana implicó un trabajo previo y un liderazgo que fue reconstruyendo las dinámicas de articulación, unidad y alianzas del campo social popular que hicieron posible la derrota del ALCA 10 años antes.

La derrota del ALCA y los espacios de las alternativas. Son múltiples los análisis que se han elaborado sobre las razones de la pérdida de impulso de las instancias y procesos que contribuyeron al descarrilamiento del ALCA. Varios de ellos fueron hechos a partir del balance al cumplirse 10 años de su derrota (De la Cueva; Orellana López/McDonagh). Si bien no es el objeto de este análisis, podemos decir que la victoria frente al ALCA explica en gran parte el fin de esos procesos de articulación y alianzas. Es decir, luego de alcanzar juntos el objetivo compartido, el «No al ALCA», surgieron las dificultades evidentes de construir una agenda unitaria y consensuada.

Otro elemento, aún más polémico y complejo, es el resultado de la presencia de los llamados gobiernos progresistas y su vínculo con las organizaciones y los movimientos sociales. La lucha contra el ALCA encontró primero a las organizaciones sindicales y sociales luchando, solas, frente a una dinámica de negociaciones secretas entre los gobiernos, con una fuerte presión del lobby empresarial y con apoyo explícito de los poderes económicos y políticos. De allí que parte de la fuerza de la movilización se construyera desde las campañas nacionales (Berrón/Freire, p. 300). Este escenario fue cambiando con la llegada de gobiernos de signo diferente al de la agenda conservadora y neoliberal, como los de Hugo Chávez Frías (Venezuela, 1999), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil, 2003), Néstor Kirchner (Argentina, 2003) y Tabaré Vázquez (Uruguay, 2005), que finalmente bloquearon el alca en Mar del Plata. A pesar de haberse juntado para derrotar el ALCA, las relaciones entre estos gobiernos y los movimientos durante −y sobre todo después de− 2005 fueron haciéndose cada vez más complejas y contradictorias, y finalmente se generaron rupturas en muchos de esos vínculos e, incluso, entre los propios movimientos.

Es verdad que la derrota del proyecto ALCA no significó la clausura de la agenda hegemónica del libre comercio impulsada por Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias. El «viraje táctico» del libre comercio se orientó al impulso de los TLC, que, conteniendo la esencia del alca, involucraron a países o grupos de países que, por su nivel de dependencia económica externa o por la orientación política de sus gobiernos, favorecieron la negociación y firma de acuerdos con clara sujeción a la pauta impuesta especialmente por EEUU (Orellana López/McDonagh).

Otros espacios importantes construidos en la región y con una proyección más internacional, como el Foro Social Mundial (FSM), fueron desgas- tándose como referentes de una agenda altermundista y como escenarios para la formulación de las respuestas del «Otro Mundo Posible». El FSM, convocado inicialmente en Porto Alegre en 2001, como respuesta al Foro Económico de Davos y con la intención de que fuera un espacio de referencia para la construcción de alternativas a la dominación mundial del capitalismo neoliberal, tuvo ediciones en varios países y regiones del planeta. Hacia 20091, en medio de la más reciente crisis mundial del capitalismo y con las posibilidades objetivas de proyectarse como el espacio de disputa de la hegemonía del neoliberalismo, fue evidente que no se contaba con la suficiente masa crítica y, sobre todo, con la capacidad para presentar alternativas realmente articuladas y unitarias desde los movimientos sociales, en lo que podría haber sido la oportunidad histórica de pasar a la ofensiva en el momento en que el capitalismo mundial sufría la agudización de sus múltiples crisis: económica, social, ambiental y política.

La tarea de rearmar la capacidad de cada sector: el movimiento sindical de las Américas. En los primeros años de la década de 2000, el movimiento sindical mundial tomó la determinación de avanzar en un proceso de unidad orgánica y política que permitiera hacer frente a la situación de ataque que venía sufriendo desde los años 90, en el marco de la implantación del modelo neoliberal en todo el mundo. Las estructuras sindicales mundiales, existentes desde la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, se habían visto debilitadas a partir de la transformación del sistema económico capitalista, cuando el modelo de producción basado en la cadena de montaje, que concentraba la mano de obra y los procesos tecnológicos en un solo ámbito y país (fordismo), pasó a la deslocalización y fragmentación de la producción a escala mundial, a la utilización de nuevos sistemas tecnológicos y de organización del trabajo y, sobre todo, al dominio del capitalismo financiero especulativo sobre el productivo, lo que se tradujo en una transformación mundial de la economía.

La lógica del liberalismo económico también impuso la tesis del Estado mínimo, la apertura comercial y las privatizaciones, con la excusa de hacer competitivas a las economías tanto en el Norte como en el Sur global.

La necesidad de crear instrumentos sindicales más adecuados a la nueva sociales y políticos en varios países, lo que tomó el nombre de sindicalismo sociopolítico.

En 2006 concluyó el proceso de negociaciones entre la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) y la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL)2. El 1º de noviembre, en Viena, fue creada la Confederación Sindical Internacional (CSI), con una base de cerca de 166 millones de trabajadores, afiliados a 309 organizaciones en 156 países3. Durante 2007 se concretó el proceso de unidad en las regiones de África y Asia. El proceso en las Américas fue más lento y complejo y solo concluyó en marzo de 2008.

Desde mediados de los años 80 hasta inicios de los 90, el sindicalismo de la región se caracterizó por una dinámica política que buscaba sobrevivir al embate del neoliberalismo y superar la herencia de las dictaduras, especialmente en los países del Cono Sur. En el área andina y América Central existieron situaciones de violencia institucionalizada, en el marco de regímenes autoritarios o conflictos armados. Esa realidad, la pérdida de influencia por la baja representatividad y la alarmante desigualdad social en América Latina llevaron a los sindicatos a definir una política de mayor vinculación con agendas más amplias y a actuar en escenarios sociales y políticos en varios países, lo que tomó el nombre de sindicalismo sociopolítico.

La política de alianzas que impulsó la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), entidad regional de la CIOSL, era en aquella etapa inédita en el contexto de los sindicatos de la región y prácticamente inexistente en otras regiones del mundo. Esa marca fue característica de la naturaleza del movimiento sindical de la región en los últimos 20 años y uno de los ejes centrales de la definición de la nueva central sindical regional. Además, el enfrentamien- to al ALCA fue un factor unificador de las fuerzas sindicales en momentos muy importantes. Por ejemplo, el Foro Sindical de las Américas, en el marco de la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata, en 2005, por primera vez contó con la representación unitaria de las expresiones sindicales mundiales a escala regional: la ORIT, la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT) –organización regional de la CMT– y la Federación Sindical Mundial-Américas. El 26 de marzo de 2008 fue fundada la CSA, en la ciudad de Panamá, con la adopción de un programa que contenía el acumulado de la formulación política del sindicalismo sociopolítico y la necesidad de que este se involu- crara totalmente en la disputa por un modelo de desarrollo sustentable para las Américas. El Congreso fundador de la CSA también permitió enviar un mensaje de unidad hacia los movimientos y sectores que desarro- llan una lucha en todo el continente con agendas que también son de interés de los trabajadores y las trabaja- doras, en particular contra el libre comercio, por la justicia climática, la reforma agraria, la defensa amplia de los derechos humanos, contra todo tipo de discriminación, por la soberanía y la autodeterminación de pueblos y naciones.

Recuperar espacios, construir consensos. Para la mayoría de los movimientos sociales y organizaciones del campo popular, la experiencia de articulación unitaria que representó la lucha contra el ALCA continúa siendo uno de los mejores momentos de la región en cuanto a iniciativa, posicionamiento e influencia en asuntos importantes para todo el continente.

Aunque la aspiración a repetir esos momentos esté presente en los movimientos, reeditar ese proceso no ha sido tarea fácil. Diversas razones lo explican. En particular, podemos decir que este obedeció a unas condiciones y un tiempo histórico muy particular que hicieron posible encontrar a diferentes actores, experiencias y propuestas de lucha que pudieron «leer» el momento y actuar sobre un mismo contexto y con el mismo objetivo. Para la CSA, luego de más de una década de los llamados gobiernos progresistas y sobre todo a partir de la crisis del capitalismo de 2008, la región estaba entrando en una fase en que eran necesarios mayores esfuerzos para fortalecer la capacidad de lucha y movilización de los movimientos sociales, en particular de los sindicatos, para garantizar las conquistas e impulsar una agenda de avances más profundos. A pesar de que en varios países hubo un avance importante en materia laboral, este proceso no fue similar en todos los Estados con gobiernos progresistas y, de hecho, varios de ellos tuvieron relaciones muy contradictorias con los sindicatos. Por otra parte, en aquellos países con gobiernos no progresistas, la situación de precariedad y deterioro sociolaboral se profundizó. Este fue el análisis político del II Congreso de la CSA, en Foz de Iguazú, en abril de 20124, en el que se llamó a actuar frente a los gobier- nos para neutralizar la idea de volver a las políticas de ajuste fiscal y para impedir que los trabajadores y las trabajadoras pagaran la crisis a partir de la reducción de los salarios, la flexibilización de las condiciones de trabajo y la disminución de la cober- tura de la seguridad social, entre otras medidas que ya estaban siendo implementadas.

El Congreso de 2012 adoptó una serie de resoluciones que definían su agenda para el periodo que se iniciaba, considerando los temas de desarrollo sustentable, que incluían el problema del cambio climático y el papel de los sindicatos5. Se marcaba así una agenda que aportaba a la construcción unitaria con otras organizaciones y movimientos sociales.

La Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA), punto de inflexión en la articulación sindical con otros sectores sociales. La dinámica que la CSA se había propuesto desde su fundación promueve la idea central de que el sindicalismo sea un actor con capacidad de movilización y lucha, pero también de formulación política frente a los desafíos de la región. Esto es de particular im- portancia ante las dificultades de gobiernos y partidos políticos para ofrecer una visión de conjunto de la región, de sus potencialidades y limitaciones, las prioridades a ser abordadas y la visión de mediano y largo plazos necesaria para alcanzar un estadio superador de los límites impuestos por el capitalismo neoliberal.

A partir de septiembre de 2013 y hasta mayo de 2014, la CSA convocó a sus organizaciones afiliadas y fraternas, a representantes de los sindicatos globales regionales y a expresiones de movimientos sociales6 a formular la Plataforma de Desarrollo de las Américas (PLADA)7, que constituyó el instrumento político estratégico más importante del movimiento sindical de las Américas, expresión de su madurez política, que permite dialogar con el resto de los movimientos sociales, partidos y gobiernos y refleja los intereses, deseos y sueños de los trabajadores y trabaja- doras de todos los países de las Américas, independientemente del nivel de desarrollo de los respectivos países. La plada define orienta- ciones y principios que involucran a todos los pueblos de las Américasy del mundo y a sus trabajadoras y trabajadores. Fue formulada con la participación de otros movimientos sociales aliados8.

El proceso de elaboración de la pada permitió un diálogo amplio entre diferentes visiones sociales, contribuyó a una sistematización de las experiencias sindicales y de las organizaciones aliadas para volcarse en una propuesta de abordaje de los problemas de la región, con una mirada integral y que trata de identificar alternativas que superen la lógica neoliberal y las dinámicas tradicionales de las políticas públicas.

El trabajo en torno de la elaboración de la plada contribuyó a la identificación de nuevos frentes de acción unitaria con otras expresiones del campo social. Tal fue el caso de la participación social en los procesos de integración regional, pues dife- rentes organizaciones reivindican el escenario de la integración como espacio concreto donde pueden construirse respuestas alternativas a la lógica del libre comercio, por lo que se requiere dedicar esfuerzos coordinados para incidir en esa agenda.

La Habana: encuentro para la conmemoración y el nuevo impulso. Varias organizaciones y personalidades se propusieron no dejar pasar en vano el décimo aniversario de la derrota del ALCA. Hubo varias iniciativas, actividades, publicaciones y análisis sobre ese acontecimiento. Las organizaciones que impulsaron las iniciativas articuladas sobre medio ambiente, multinacionales e intepropuestas sobre la nueva agenda para la acción unitaria internacional. Luego de varios intercambios, debates y negociaciones, las organizaciones sociales cubanas asumieron la responsabilidad de ser anfitrionas del «Encuentro Hemisférico Derrota del ALCA, 10 años después»9. No se pensó en un encuentro masivo, sino de representación de organizaciones, movimientos y algunas personalidades que habían tenido la experiencia de la lucha contra el ALCA y de nuevas expre- siones que sumaron su accionar regional y nacional en la última década.

Los objetivos propuestos fueron: celebrar la victoria contra el ALCA; evaluar estos diez años y las principales zonas de contraofensiva del imperialismo, el capital y la derecha en la región; replantear estrategias de actuación articulada que permitieran fortalecer la integración de los pueblos, la movilización, luchas, resistencias y la incidencia en los procesos y organismos regionales de integración; generar un espacio de solidaridad internacionalista entre las organizaciones del hemisferio.

Entre los ejes para la articulación amplia, diversa y plural que se defi- nieron figuran la lucha contra el libre comercio y las empresas transnacionales, la profundización de los procesos democráticos y la defensa de las soberanías y, por supuesto, la integración desde los pueblos10. Se definió una agenda común y se acordó un nuevo encuentro en la misma ciudad.

Construir la Jornada y sumar voluntades. El paso comentado fue importante para calibrar las condiciones de una reanudación de las iniciativas sociales y populares en el continente. También fue importante concluir una pauta mínima para organizar ese proceso. El desafío estaba situado ahora en llevar a la práctica el contenido de lo acordado en el Encuentro de La Habana.

En los primeros meses de 2016 se dio formato a la Jornada y se sumaron otros actores a la iniciativa. La primera reunión para continuar el proceso se realizó en Montevideo, del 4 al 6 de abril. Fue convocada por la CSA, la Marcha Mundial de Mujeres (MMM), Amigos de la Tierra América Latina (ATALC), la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC)/Vía Campesina, Jubileo Sur y el Plenario Intersindical de Trabajadores de Servicios Públicos (ISP), el Encuentro Sindical Nuestra América (ESNA) y la Campaña para Desmantelar el Poder de las Corporaciones.

Se trabajó sobre los documentos definidos en la Agenda del Consenso de La Habana: sobre democracia y soberanía, sobre empresas transnacionales y libre comercio y sobre integración. Se debatió el «Documento pedagógico», que explica las intenciones de la iniciativa, sintetiza una base política común, recupera el balance de luchas y traza las líneas del consenso político de quienes se comprometen con la Jornada11. Reconoce, asimismo, la necesidad de reiniciar el proceso de articulación social «para la construcción de un nuevo sujeto y sujeta de cambio con multiplicidad de expresiones, diversidad de visiones y sentires, diferentes formas de organización y comprensión de la política y del quehacer individual y colectivo que en un momento encontraron en el proceso del ‘Foro Social Mundial’ la posibilidad de construir respuestas para ‘Otro Mundo Posible». Reivindica la experiencia victoriosa de la lucha contra el ALCA y la «importancia de la conjunción de múlti- ples fuerzas que coincidieron en la identificación del enemigo común de los pueblos». Las organizaciones que tomaron parte de la Jornada se identifican como actoras de los procesos de cambio que ha vivido la región en los últimos 15 años. Se reconocen crítica y autocríticamente en sus avances, conquistas, limitaciones y errores.

Los Ejes del Consenso de La Habana fueron trabajados como documentos de análisis y se hicieron a partir del cúmulo de formulaciones y definiciones políticas de las entidades involucradas:

Democracia, soberanía y autodeterminación. La imposición y profundización de la agenda neoliberal pone en riesgo no solo los procesos políticos alternativos en los cuales se produjeron avances constitucionales −algunos acompañados y reforzados
por las expresiones de soberanía popular− sino también aquellas democracias formales de carácter representativo, puesto que las formas de dominación económica y la implantación radical del sistema capitalista de las corporaciones no son compatibles con las formas de intermediación democrática, incluyendo aquellas de baja representación y participación popular.

No habrá auténtica democracia si todos los sectores sociales y posiciones políticas no tienen condiciones mínimamente
equitativas de exponer sus puntos de vista en el debate político y de defenderlas en los procesos electorales. Es necesario realizar reformas profundas para impedir la captura de la política por los intereses de las minorías que dominan la economía y las riquezas en nuestros países.12

Empresas transnacionales. El documento analiza la acción de las empresas transnacionales en detrimento de la soberanía de los pueblos. Reflexiona sobre la evolución e influencia de estas empresas en la economía mundial, el poder que ejercen más allá de la economía y la forma en que hoy son actoras fundamentales de la dominación económica, política, social e ideológica en todo el planeta. También explica cómo se mezclan intereses económicos, políticos, de gobiernos y de Estados, para influir sobre asuntos que impactan al conjunto de la humanidad.

Libre comercio. Desde la tradición de lucha contra el ALCA, siempre ha es- tado claro que la agenda del libre comercio sustenta los múltiples mecanismos de endeudamiento financiero, social, cultural y ecológico y que sigue constituyendo la punta de lanza de la estrategia imperial. En la actualidad esta se profundiza a través de la implementación de los tratados de «nueva generación», que significan un retorno a la agenda radical del liberalismo económico y se imponen en nuevos formatos, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el Acuerdo sobre Comercio y Servicios (TISA, por sus siglas en inglés), la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo Económico y Comercial Global entre Canadá y Europa (CETA, por sus siglas en inglés), que van más allá de las condiciones de los tratados bilaterales de inversión (TBI) y TLC bilaterales. Estos nuevos formatos de negociación dejan en claro que los énfasis están en asuntos cada vez más ajenos a lo estrictamente comercial, pues limitan crecientemente el poder de los gobiernos para trabajar en defensa del interés general.

Integración desde los pueblos. La elaboración recoge la rica tradición de integración de los pueblos de las Américas, especialmente de América Latina y el Caribe. Señala los momentos importantes en la formulación de la doctrina integracionista y también las experiencias desarrolladas en la región durante la etapa y políticos en el proceso de construc- ción de nuestras identidades, desde las luchas por la independencia. Al decir de las organizaciones y movimientos, ella ha sido particularmente central en la agenda de los cambios promovidos en la región en los últimos 15 años. Por eso, el documento recoge la visión en construcción por los movimientos so- ciales sobre el tipo de integración al que se debe apostar, partiendo de las limitaciones de los procesos hasta ahora impulsados y respondiendo a las realidades y necesidades de los pueblos de las Américas. Las movilizaciones del 4 de noviembre. En cumplimiento de los acuerdos de La Habana, el 4 de noviembre de 2016 se inauguró la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, con actos en 12 países y un total de 124 actividades, al- gunas de ellas con presencia masiva, como las de Montevideo, Buenos Aires, Lima, La Habana y Mariana (Minas Gerais, Brasil)13. Hubo una amplia cobertura antes y durante la Jornada por parte de la multiestatal Telesur y también notas en varios periódicos y sitios online de noticias. La más importante cobertura fue realizada en Montevideo, donde se destacó la participación de la presidenta Dilma Rousseff en el acto central. Más allá de la cantidad de actos y países y de la asistencia de personas, la Jornada probó ser una decisión acertada que permite seguir trabajando para profundizar en su alcance continental.

La Jornada en 2017. La Jornada, como proceso político, tiene su conti- nuidad en 2017. En una multitudinaria reunión realizada a inicios del año en Montevideo14, se definió un plan de acción que culminará en un Gran Encuentro en Montevideo entre los días 16 y 18 de noviembre de 2017.

Este evento se propone ampliar la convocatoria al sumar espacios para el encuentro de parlamentarios, representantes de movimientos políticos y sectores aún no presentes en este espacio de articulación. Quienes se sumen lo harán bajo el para- guas de los ejes definidos, procurando profundizar los aportes de cada sector y especialmente confluyendo hacia un plan de acciones, movilizaciones y luchas que se constituyan en una plataforma para enfrentar la ofensiva conservadora y antidemocrática en la región.

A modo de sumario

La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo es un proceso político en pos de la reanudación de la acción articulada y unitaria de los movimientos sociales en la región. La experiencia acumulada entre 2015 y 2017 constituye una base consistente a partir de la cual será posible seguir creciendo, sumando sectores, profundizando en los contenidos y generando dinámicas en favor de la unidad entre sectores y movimientos, lo que deberá favorecer una mejor y mayor capacidad de respuesta de los sectores populares.

Cada sector y movimiento ha demostrado disposición para crear las condiciones para consensuar una agenda conjunta que favorezca a su vez mejores condiciones para enfrentar la coyuntura adversa para los pueblos y los sectores populares. El proceso de la Jornada deberá estar articulado a las luchas concretas en los sectores, los territorios y los países, como forma de darle consistencia a la agenda de resistencias que se construye desde el ámbito local y que tiene una conexión e impacto global.

Además de reconstruir el tejido unitario y de recuperar confianzas, los movimientos sociales y sectores organizados que participan de la Jornada tienen el desafío de convocar a otros actores sociales y políticos en la idea de ampliar la capacidad de resistencia y movilización en el mediano y largo plazos, de modo de contraponer una agenda a la ofensiva conservadora en la región.


Bibliografía


Berrón, Gonzalo y Rafael Freire: «Los movimientos sociales del Cono Sur contra el mal llamado ‘libre comercio’» en osal,
Observatorio Social de América Latina Nº 13, 1-4/2004, pp. 297-306.

De la Cueva, Héctor: «A 10 años de la derrota del ALCA. Lecciones de una lucha exitosa» en América Latina en Movimiento, 3/11/2015, disponible en <www.alainet.org/es/articulo/173365>.

Orellana López, Aldo y Thomas McDonagh: «A diez años de la derrota del ALCA. Lecciones para las luchas actuales» en América Latina en Movimiento, 4/11/2015, disponible en <www.alainet.org/fr/node173376>.

  • 1.

    Entre 2006 y 2009 se ensayó por primera vez la descentralización del fsm y se realizaron el FSM Policéntrico de Caracas y Bamako, luego el de Nairobi (2007) y, finalmente, el de Belén do Pará (2009).

  • 2.

    Finalmente, la Federación Sindical Mundial no fue incorporada al proceso por diferentes razones, que no profundizaremos en este análisis.

  • 3.

    Otras centrales nacionales no afiliadas a la CMT y la CIOSL formaron parte de este proceso posteriormente varias de las que habían sido afiliadas históricas a la Federación Sindical Mundial, como la Confederación General del Trabajo (CGT) de Francia, pasaron también a conformar la CSI.

  • 4.

    V. II Congreso Continental de la csa: Documento Base y Plan de Acción, Foz de Iguazú, abril de 2012.

  • 5.

    II Congreso Continental de la csa: Resoluciones y Plan de Acción, Foz de Iguazú, abril de 2012.

  • 6.

    Como Amigos de la Tierra América Latina (ATALC), la Marcha Mundial de Mujeres (MMM), Jubileo Sur Américas y la CLOC-Vía Campesina.

  • 7.

    CSA: Plataforma de Desarrollo de las Américas, PLADA, mayo de 2014.

  • 8.

    La alianza con otras organizaciones y movimientos sociales en la elaboración de la plada consolida un proceso de construcción unitaria que venía siendo desarrollado previamente.La construcción en torno de la agenda del «desarrollo sustentable» y la Cumbre Río + 20 son ejemplos paradigmáticos en ese sentido.

  • 9.

    Realizado en La Habana durante los días 20 a 22 de noviembre.

  • 10.

    Además de los asuntos contenidos en los ejes mencionados, la Declaración adoptada en La Habana se pronuncia contra el militarismo y la criminalización, por el retiro de las bases militares en la región, por América Latina y el Caribe como una región de paz, por una paz con justicia social para Colombia y por el retiro de las tropas de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH).

  • 11.

    «Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo. Documento pedagógico», folleto.

  • 12.

    Revista Jornada Continental por la Democracia y contra el Libre Comercio, edición en español, p. 15.

  • 13.

    Destacamos movilizaciones grandes en algunos países como Brasil, Uruguay, El Salvador, Argentina, Bolivia, México, Chile, Perúy Cuba. También se destacan diferentes encuentros y actividades en varios otros países del continente. V. https://seguimosenlucha.
    wordpress.com/

  • 14.

    Los días 2 y 3 de febrero, y con la presencia de más de 50 participantes, representantesde 30 organizaciones de 13 países de
    las Américas.


En este artículo
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad , Octubre 2017, ISSN: 0251-3552


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