Qué tal, América Latina
NUSO Nº 120 / Julio - Agosto 1992

Tres cartas a Victoria de Miguel, de San José

7 de enero de 1992 Mi querida Victoria: Nunca como ahora me resulta tan adecuado y alentador llamarte «mi querida Victoria», porque estoy pasando por un momento de terrible derrota y tu imagen, tu nombre y tu recuerdo, me proporcionan el impulso necesario para superar este difícil trance. Ocurre, querida amiga, que de tanto «meter la pata», finalmente me la he quebrado. Sí, así como suena, literalmente me he hecho polvo una rodilla jugando al fútbol como si fuera un chiquillo de 15 años y no este más que cincuentón que ahora te escribe. Has de creer que aprovechando los feriados de comienzo de año me fui con la familia a la casa de campo que el Colegio de Periodistas tiene cerca de San Josecito de Alajuela - ¿recuerdas todavía aquellos paseos que solíamos dar por viejas calles cercanas a la ciudad de Alajuela, cuando tú eras una estudiante de enfermería y yo un galán sin ventura que bebía los vientos por ti? - y ahí formamos una «mejenga», como decimos en costarricense, y nos pusimos a patear una bola de fútbol, con tan mala fortuna que en una jugada en la cual defendía la portería con sin igual arrojo, al lanzarme a detener la pelota tropecé con el globo terráqueo y «crack», al girar todo el cuerpo sobre una pierna trabada en la tierra, el plato de la rótula derecha se fracturó.

Tres cartas a Victoria de Miguel, de San José
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 120, Julio - Agosto 1992, ISSN: 0251-3552


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