Entrevista
noviembre 2016

«Revolución Democrática pretende enfrentar la desafección de los ciudadanos por la vida política»

Entrevista a Mario Pino

¿Qué representa el nuevo partido político de la izquierda chilena?

<p>«Revolución Democrática pretende enfrentar la desafección de los ciudadanos por la vida política»</p>  Entrevista a Mario Pino


El partido Revolución Democrática (RD) tiene su origen en el movimiento estudiantil. Como organización, realiza una crítica al sistema político chileno por considerarlo lejano a los ciudadanos. ¿Es por ello que el movimiento estudiantil decide crear un partido político? ¿Hay otras razones?

Se podrían enunciar dos tipos de respuesta. Por una parte, existe una tradición institucionalista democrática en Chile que se manifestó muy tempranamente cuando las organizaciones proletarias decidieron transformarse en partidos políticos como el Partido Socialista y el Partido Comunista. En relación a la arquitectura de los Estados en América Latina, puedo afirmar que los partidos políticos tienen en Chile mucho poder si se los compara con la sociedad civil. Los Estados, con tanto poder y firmeza, son espacios de avanzada para la acción política y, si uno no participa de esos espacios, pierde la capacidad de incidir en transformaciones reales. Por otra parte, existe una convicción de que ingresar en espacios institucionales no tiene que ser necesariamente una forma de acomodarse en el poder o de generar una escisión entre los movimientos sociales y los partidos políticos. Los partidos deben ser espacios intermedios entre la acción institucionalizada y los movimientos sociales. Es decir, deben canalizar sus demandas y ayudar a darles contenido ideológico mediante la generación de formas o mecanismos de acción colectiva organizada. La decisión de transformarse en partido político requiere pensar con cuidado la forma en que los partidos pueden adoptar algunas características de los movimientos sociales. En definitiva, que puedan contar con formas más horizontales en las que la democracia no sea solamente una estructura formal, sino una forma de darle contenido ideológico a la toma de decisiones, rompiendo la tensión entre democracia representativa y la democracia directa. La combinación de ambos mecanismos puede generar una democracia participativa de gran intensidad.

RD tiene una visión participativa de la política que ha impregnado mucha vida a los asuntos públicos. ¿Cómo puede lograr que esa mirada se incorpore y se haga visible dentro de sus propias estructuras? ¿Hasta qué punto y en qué forma se diferenciará de los partidos tradicionales?

RD es simbólicamente potente porque comienza a superar a la izquierda de la transición democrática que se encuentra desgastada. La ciudadanía cree en RD porque es algo nuevo que ha adquirido un impulso de frescura. Sin embargo, creo que esta organización solo logrará cambiar efectivamente la inercia de funcionamiento de los partidos tradicionales si logra generar tanto una estructura orgánica interna como un ethos democrático. Los partidos tradicionales todavía son herederos de estructuras orgánicas del siglo pasado (leninistas o similares), muy verticales, con mucha concentración de poder. El primer ensayo democrático debe que ser dentro del partido: volver a hacer que la democracia sea palpable en cosas muy concretas. Estas formas de funcionamiento deben ser capaces de generar mandatos claros para sus representantes, siendo parte activa los militantes de la ejecución de esos mandatos. Los militantes deben sentirse parte de las deliberaciones que luego se transforman en decisiones políticas. Eso los hace sentirse empoderados, construyendo un mecanismo próximo a la democracia participativa. Esto debería ser llevado a todos los niveles de participación política del país.

¿Qué sucede con la política de alianzas? ¿Qué marco está analizando RD?

En términos de alianzas, se está discutiendo la generación de algo que vaya en la misma línea que el Frente Amplio Uruguayo. El problema es que, al interior de las fuerzas progresistas o de izquierda tradicionales chilenas hay también sectores conservadores que son herederos de una parte del miedo que dejaron la Unidad Popular y la dictadura militar de Pinochet. Entonces, RD se enfrenta al desafío de generar este espacio de frente amplio o frente democrático, que quiere buscar convergencia de fuerzas de izquierda mediante una orgánica democrática de toma de decisiones, pero en un marco de partidos con identidades muy duras. La dificultad está en cómo esos partidos de identidades duras van a estar dispuestos a avanzar hacia una construcción orgánica colectiva, en la cual puede que sus ideas o afirmaciones programáticas sean derrotadas.

En España, un movimiento como Podemos ha logrado desarrollarse en poco tiempo y convertirse en uno de los principales partidos del país. Esto ha puesto en jaque a las organizaciones partidarias tradicionales. ¿RD pretende lo mismo?¿Su vocación es la de competir o complementar el trabajo con los partidos establecidos de la izquierda en Chile? ¿Hasta qué punto RD puede lograr que la gente que siente desafección por la política vuelva a sentirse entusiasmada y acuda nuevamente a las urnas?

RD tiene una tesis parecida a Podemos, en tanto pretende disputar por fuera de los partidos tradicionales el poder político. Sin embargo, lo importante es entender cuál es el sujeto político que se quiere construir. En Chile, existe un ciudadano que ha sido abusado constantemente por las elites, que se encuentra muy distante de la toma de decisiones políticas, pero que, al mismo tiempo, tiene todavía hebras de colectivismo o de altruismo. La formación de su subjetividad es claramente consumista, en consonancia con el proceso de construcción de identidades forjado durante las últimas décadas. La tarea, por ende, es difícil. Hay que buscar y encontrar las razones y los clivajes reales para que los ciudadanos que no están participando políticamente vuelvan a sentirse involucrados. Ese es el desafío de RD. Su misión es devolver la ilusión y el poder a quienes se sienten fuera de la toma de decisiones. Esos sectores han visto cómo sus aspiraciones han pretendido ser realizadas solo en forma de consumo, pero no en apertura hacia formas colectivas de vida y apropiación del espacio público. Si RD logra alinear ese interés general con el interés particular del ciudadano que tiene una subjetividad de consumo, pero que todavía tiene ideas altruistas, podrá incorporar nuevamente a la vida política a grades masas de ciudadanos.

Mario Pino es Director de Proyectos de la Fundación Friedrich Ebert en Chile.



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