Ensayo
NUSO Nº 265 / Septiembre - Octubre 2016

La política de la «historia desde abajo» Edward P. Thompson historiador, activista y polemista

El libro Edward P. Thompson and the Making of the New Left, editado y presentado por Cal Winslow, revaloriza la faceta del historiador británico como intelectual comprometido e incluso militante. La selección de textos es más que una antología y permite aprehender los resortes políticos de una obra cuya génesis comienza mucho antes de la publicación, en 1963, de su libro más conocido: La formación de la clase obrera en Inglaterra.

La política de la «historia desde abajo»  Edward P. Thompson historiador, activista y polemista

Nota: este artículo es una versión traducida y adaptada del artículo «La politique de l’histoire par en bas’», publicado en Genèses. Sciences Sociales et Histoire No 99, 2015. Traducción del francés de Gustavo Recalde.

Editado y presentado por Cal Winslow1, Edward P. Thompson and the Making of the New Left [Edward P. Thompson y la formación de la Nueva Izquierda] reúne 13 textos políticos, uno de ellos inédito, escritos entre 1956 y 1962 por Edward P. Thompson (1924-1993). Su interés radica en ofrecer otra mirada sobre este pionero de la «historia desde abajo»2, nacida en los años 1960-1970 en Gran Bretaña antes de inspirar los análisis de intelectuales de la India y otros países del Sur, bajo el estandarte de los estudios subalternos (subaltern studies)3. Desde hace unos 15 años, Thompson es cada vez más citado y discutido en las ciencias sociales latinoamericanas, especialmente entre los historiadores, pero con frecuencia al precio de malentendidos conceptuales y cierto nivel de despolitización4. Gracias a este libro, podemos descubrir a un autor mucho más comprometido, tanto en su vida de historiador como fuera de ella, que lo que permiten ver numerosos usos académicos de sus trabajos, particularmente en Argentina5 y Brasil6. Así, se llega a reconsiderar la oposición, demasiado esquemática, que muchos académicos suelen hacer entre ciencia y política: en el caso de Thompson, esta oposición impide comprender la génesis de una obra, un enfoque y un estilo tan característico. Más allá de eso, cuestionar esta separación a priori evidente permite medir el aporte, en el surgimiento de investigaciones rigurosas e innovadoras, de experiencias y convicciones muy alejadas de este lugar común que es la «neutralidad axiológica», concepto abusivamente asimilado a un imperativo de no intervención de los académicos en el campo político, al precio de un contrasentido sobre aquello que Max Weber entendía por Wertfreiheit, a saber, la «no imposición de valores» en situación pedagógica por parte de un docente que abusa de su autoridad7.

Historiador, activista y polemista

A pesar de las apariencias, esta selección de textos es más que una antología. La elección del corpus, la introducción general y los recuadros explicativos que preceden cada texto enriquecen considerablemente el conocimiento de los resortes políticos de una obra cuya génesis comienza mucho antes de la publicación, en 1963, de la obra maestra del historiador, La formación de la clase obrera en Inglaterra8. A menudo, los lectores conocen más a Thompson por sus famosos estudios sobre el mundo obrero, la «economía moral» de las revueltas por la escasez de alimentos o las formas de dominación9, que por sus escritos de polemista antiestalinista y antinuclear o de marxista heterodoxo, crítico feroz del estructuralismo althusseriano10, sin hablar de sus actividades militantes en varios campos de intervención. Pero la publicación de esta selección de ensayos no es solo un complemento bibliográfico. Abarcando un periodo de intenso compromiso, en plena Guerra Fría y en medio de los debates político-académicos de la «nueva izquierda» británica, estos textos ofrecen también un panorama de una obra paralela, más teórica y más literaria a la vez que la que goza del sello universitario, pero no menos fecunda. En ella se descubren los lazos –ecos o repercusiones– entre el presente inmediato en el cual el historiador estaba inmerso y el pasado lejano en el que se sitúan sus objetos de investigación.

El título de la selección, a manera de guiño a La formación de la clase obrera en Inglaterra, sugiere deliberadamente que la forma en que Thompson ejercía la profesión de historiador es inseparable de sus múltiples combates y, particularmente, de su militancia en las filas de la New Left. Contra las lógicas maniqueas que enfrentaban a los partidarios de los dos bloques geopolíticos de la Guerra Fría, esta vasta nebulosa que agrupaba a docentes, estudiantes y trabajadores se había formado a fines de los años 1950 en torno de un objetivo unificador: inventar un socialismo con rostro humano, heredero crítico de las tradiciones del mundo obrero, reacio a las ortodoxias de todo tipo y decidido a resistir a las claudicaciones de la izquierda laborista. Sin reducirse a ello, la «historia desde abajo» de Thompson lleva la huella de esta coyuntura política específica. Tal como lo recuerda Winslow, debe también mucho a sus compromisos anteriores, que mencionaremos brevemente antes de abordar el contenido de estos textos y su actualidad científica.

Costos y recursos de un compromiso a largo plazo

Winslow enfatiza hasta qué punto la política marcó de manera precoz y duradera el itinerario de Thompson. Poeta y profesor de historia de la India en Oxford, su padre fue, antes de que naciera, misionero y educador en Bengala, defensor de la causa anticolonial, amigo personal de Nehru y Gandhi. Su madre también era una misionera con convicciones de izquierda. No bien ingresó en Cambridge a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, Edward, siguiendo el ejemplo de su hermano mayor Frank, adhirió al Partido Comunista de Gran Bretaña (pcgb) en virtud de su antifascismo. Este combate continuó de otra forma cuando, interrumpiendo sus estudios, fue enviado al frente en África del Norte y luego a Italia. Thompson quedó muy impactado por un episodio trágico de esta epopeya antifascista en el que su hermano, entonces miembro de los servicios secretos británicos en Bulgaria, fue capturado y luego fusilado en 1944 por una brigada pronazi.

Al retomar sus estudios de literatura e historia social en Cambridge, en 1946, Thompson reanudó también su militancia comunista, en un contexto marcado por la hegemonía del Partido Conservador, la inercia de los laboristas y el clima de sospecha generalizada respecto de los «malos patriotas». Su encuentro con su futura esposa, Dorothy Towers, también miembro del pc y que se convertiría en una figura destacada en los estudios del movimiento cartista11, fue una etapa crucial en su compromiso. En 1948, la pareja decidió instalarse en el corazón del norte obrero de Inglaterra, en Halifax, para ponerse completamente al servicio de la causa. Edward era entonces secretario de la Federación de Yorkshire del Movimiento por la Paz, director de un diario pacifista y miembro activo del comité local del pc. En esos ámbitos, frecuentaba a militantes de base que eran un poco los herederos de los mundos plebeyos de los siglos anteriores a los cuales ambos dedicarían más tarde sus respectivas investigaciones.

Si bien integró rápidamente el Grupo de Historiadores del pcgb (ghpcgb), jun-to con Eric J. Hobsbawm, Christopher Hill y John Saville, Thompson ocupaba entonces un lugar marginal en el mundo académico. Sin tener un doctorado, estaba además aislado geográficamente de la mayoría de sus colegas establecidos en Londres. Hasta 1965 fue profesor de educación para adultos, y fue precisamente mientras dictaba sus cursos nocturnos cuando tomó conciencia de la riqueza de las tradiciones de las que le hablaban sus estudiantes, trabajadores politizados o sindicalistas en su mayoría, antes de ir en busca de sus huellas en los archivos. Sobre este punto, puede decepcionar que el editor, demasiado focalizado en el caso de Thompson, no insistiera demasiado en esta particularidad y, por lo tanto, olvidara preguntarse por los costos, variables según la época, que supone para un intelectual el hecho de militar más allá de los círculos intelectuales.

Solo a los 40 años Thompson accedió a un verdadero estatuto universitario, al convertirse en profesor de la Universidad de Warwick, donde fue designado director del Centro para el Estudio de la Historia Social (1965-1970). Y debió esperar hasta 1968 para ingresar al comité de redacción de Past and Present, la revista más emblemática de la «historia desde abajo», creada en 1952 por sus camaradas del ghpcgb. Pero este reconocimiento y el éxito de La formación de la clase obrera en Inglaterra no bastarían para hacerlo abandonar su vida de activista. Así, en 1971, renunció a su puesto para denunciar las lógicas empresariales que se estaban introduciendo en las universidades británicas. Inició entonces una carrera de investigador freelance, invitado en el mundo entero a seminarios o viajes de estudio, antes de poner sus investigaciones entre paréntesis, durante la década siguiente, para dedicarse plenamente a su papel de vocero del movimiento pacifista European Nuclear Disarmament. Probablemente por su afán de coherencia, el editor centró su objetivo en las razones de la ruptura de Thompson con el pcgb en 1956 y en su influencia, los años siguientes, en el surgimiento de la New Left.

Génesis política de un trabajo de historiador

Thompson contó en una entrevista12 cómo, a lo largo de sus intercambios cotidianos con sus amigos sindicalistas y con los estudiantes que asistían a sus cursos nocturnos, concibió poco a poco la idea de romper con la historiografía tradicional, de tipo «acontecimental» (centrada en los supuestos grandes acontecimientos) o economicista, del mundo obrero británico. Encargado por un editor de izquierda, redactado en un estilo vivaz, contundente e irreverente porque estaba destinado ante todo a un público no académico, La formación de la clase obrera en Inglaterra era entonces el fruto de un recorrido fuera de los cenáculos universitarios, pero también un modo de devolver a sus estudiantes, en su mayoría autodidactas o «tránsfugas de clase», aquello que le habían dado sin saberlo. No resulta pues casual que la selección termine con un texto, publicado en 1962 en New Left Review, que es la versión inicial de un capítulo –«The Free Born Englishman» [El inglés libre por nacimiento]– de su libro de 1963. Una lectura demasiado apresurada podría llevar a ver este artículo como el embrión de un «clásico» historiográfico; la selección de Winslow muestra en cambio que se trata más bien de un intento de reinventar un marxismo abierto, tras el ingreso en disidencia y luego la ruptura con el pc.

Esta secuencia biográfica es crucial en el itinerario del historiador. Traumatizados por la crisis de Suez, el informe Jruschov y la intervención soviética en Hungría, Thompson y otros disidentes del pc, entre ellos Saville, fundaron primero una publicación interna, The Reasoner, en la cual se publicó el primer texto de esta recopilación, escrito al calor del acontecimiento, contra la invasión de Budapest por el Ejército Rojo. Thompson tenía apenas 35 años, aún era miembro del pc, pero reprochaba a sus dirigentes su ceguera frente a los crímenes del estalinismo, que desmenuzó metódicamente a partir de recortes de diarios, declaraciones y citas oficiales. Afirmando la verdad, la libertad de opinión y la fraternidad internacional como valores fundamentales del comunismo, defendía un «humanismo socialista» cuyas grandes líneas se esbozan en el segundo texto, a medio camino entre el manifiesto y el programa, publicado en 1957 en una nueva revista, The New Reasoner, que creó con sus camaradas tras su ruptura con el pc. A través de su crítica al estalinismo –pero también al leninismo y al trotskismo–, arremete contra los fundamentos del régimen soviético y, en un plano más teórico, contra el determinismo mecanicista presente en Friedrich Engels y en ciertos análisis del «viejo Marx».

Esta crítica lo condujo a desechar las variantes estatistas y vanguardistas del socialismo, para poder pasar «de las abstracciones y fórmulas escolásticas al hombre real, de los fraudes y los mitos a la historia honesta»13. No dudó en movilizar su trabajo de historiador para alimentar sus reflexiones políticas, como si militar significara para él a la vez escribir y hacer historia, aquí y ahora. Fue en este texto donde apareció por primera vez un concepto que se volvió central luego en Thompson y sus herederos: la agency, ese margen de acción autónoma, socialmente situada. Desde este punto de vista, la antología de Winslow permite disipar los frecuentes malentendidos en torno de esta noción hoy de moda entre algunos pensadores críticos y en las diversas corrientes posmodernas14, tanto en América Latina como en otros lugares15. En Thompson, la agency no sirve para rehabilitar una capacidad subversiva «natural» de los dominados, o su irreductible subjetividad impermeable a todo determinismo socioeconómico, sino ante todo para refutar las vulgatas marxistas que, reduciendo todo a una «base infraestructural», niegan la autonomía relativa de los valores y las producciones culturales. En realidad, Thompson no pensaba en absoluto en «sujetos» sino en «agentes»16, que «no reflejan pasivamente su experiencia, sino que piensan también que esta experiencia y su pensamiento afectan la manera en que actúan»17. Se observa allí un tema clave de La formación de la clase obrera en Inglaterra, pero que en ese momento apuntaba en primer lugar a salvar el potencial emancipador del marxismo. Convirtiéndose en animador esencial de la Universities and Left Review, que se fusionaría en 1960 con The New Reasoner para dar nacimiento a New Left Review, Thompson pretendía participar en la estructuración intelectual de un movimiento del cual esperaba que tuviera impacto más allá de los pequeños círculos cultos. En dos textos, publicados en 1957 y 1959, fijó así las prioridades estratégicas de la «nueva izquierda»: los debates abiertos, las relaciones no jerárquicas y las acciones unitarias debían dar cuerpo a ese «humanismo socialista» que anhelaba, a través de los clubes de pensamiento, las campañas de autoeducación, las revistas colaborativas, los teatros populares, los comités de inquilinos y las cooperativas. En síntesis, una suerte de «política desde abajo», si cabe la expresión, que tiene mucha afinidad con su manera de escribir la historia.

El empirismo del historiador: arma polémica y recurso político

Esta «política desde abajo» rechazaba tanto a los universitarios timoratos como a los aparatos políticos oligárquicos o a los «profetas arrogantes»18 que confiscan la palabra del pueblo. Thompson veía en la diversidad de la New Left una riqueza que permitía el advenimiento –sin pasar por una gran ruptura mesiánica– de una versión de la revolución diferente de la que existía en los países de Europa oriental. Se trataba de «ayudar a la gente a pensar el socialismo como algo hecho por el pueblo y no para él o impuesto a él, abriendo nuevos caminos a través de las luchas en el terreno»19. Este empirismo político debía mucho a sus investigaciones de entonces: mencionando a los niveladores del siglo xvii y a los cartistas del siglo xix, atribuía a los activistas que ocupaban posiciones de intermediarios culturales, más que al Partido o al Estado, un papel motor en la formación de una identidad de clase progresista. Lo que no le impedía ir más allá de los hechos haciendo observaciones teóricas de gran actualidad para pensar la abstención20, los movimientos sociales21 y la recomposición de las relaciones de clase22. Aunque a menudo lleven la marca de una era que pasó, en el plano político, estos textos siguen siendo en cambio muy actuales para evitar ciertos peligros que acechan a menudo a las ciencias sociales contemporáneas. Mencionemos en particular dos de ellos, publicados en 195923 y en 196124, donde Thompson critica duramente los primeros trabajos de los estudios culturales (cultural studies), en nombre de un empirismo que, esta vez, no es político sino específicamente científico. Apunta sobre todo contra Richard Hoggart y Stuart Hall. Al primero y a sus epígonos les reprocha cierta idealización de la clase obrera tradicional y un enfoque demasiado sentimental y centrado en las relaciones familiares, que carece cruelmente de «perspectiva histórica seria»25. Más allá de eso, señala la dificultad que tienen estos estudios para dar cuenta de las contradicciones internas de los sectores populares, tomar en serio la vida cultural de los dominados más allá del entretenimiento de masas y comprender en su complejidad las imbricaciones entre familia, escuela, trabajo y política. Al no inscribir el análisis en la historia de larga duración de las clases populares ni prestar atención al papel de las minorías activas en su seno, estos estudios tienden, según él, a caer en el evolucionismo o el psicologismo y, con su afán de reducir todo a lo cultural, a perder de vista la importancia de lo político y lo económico.

Desde este punto de vista, su texto más estimulante –y virulento– es su reseña de La larga revolución (1961)26, de Raymond Williams, otra figura importante de la New Left y pionero de los estudios culturales. Tras haberlo reconocido como «el mejor de nosotros»27, le dirige numerosas críticas. Por un lado, le reprocha a Williams un estilo impersonal y desencarnado que, sin decirlo, reproduce el punto de vista dominante y su culto a la «Gran Tradición»: «Les dediqué mucho tiempo a los años 1840 –escribía– y sus años 1840 no son los míos»28. Por otra parte, señala su tendencia a ocultar las relaciones de clase y la violencia de los poderosos, por considerar a menudo que «así se hizo la historia» en lugar de mostrar cómo «los hombres hicieron la historia así»29. Se introducen aquí dos de los principios fundamentales de la «historia desde abajo» que serían ilustrados en La formación de la clase obrera en Inglaterra.

No se trata de una crítica política de Williams: más bien «celebra el valor»30 de su colega, que nunca cedió a la ortodoxia estalinista ni renegó de sus convicciones socialistas. Si bien consideraba que este era víctima de las concepciones burguesas de la política, lo era ante todo, en su opinión, por ignorancia de las exigencias de la administración de la prueba y los últimos logros de las ciencias sociales empíricas (que no se privaba de enumerar). De ahí, según él, una teoría demasiado vaga de la «cultura», que no consiste en un «whole way of life» [un modo de vida integral], tal como lo piensa Williams, sino que es un «whole way of conflict» [integralmente conflictivo]31.

A pesar de los desacuerdos, Thompson mantuvo siempre relaciones amistosas y cálidas con Williams y Hoggart. En sus memorias, Hoggart señala cómo su experiencia común en la educación para adultos forjó entre ellos una estima duradera y mutua32. Sucedió algo diferente con las relaciones entre Thompson y New Left Review después de 1963, fecha que marcó al mismo tiempo su alejamiento de la revista y el comienzo de una década de polémicas con sus nuevos directores. Así sucedió, en particular, con su editor Perry Anderson, en quien Thompson veía la encarnación de un marxismo dogmático newlook y de un repliegue teoricista sectario sin base ni práctica militantes. El único texto inédito de la selección es, precisamente, una comunicación interna enviada al comité de redacción, en la cual reprochaba a la revista su giro tercermundista. Cuestionaba así el «intelectualismo romántico» y el «exotismo» revolucionario de sus ex-camaradas, que habrían cedido a la «mística de la violencia» de Jean-Paul Sartre y Frantz Fanon. Contra lo que consideraba un efecto de moda propio de los pequeños círculos intelectuales de Oxford, defendía otro tipo de internacionalismo, en contacto con las realidades locales y nacionales, arraigado en el movimiento obrero y preocupado por intervenir en la actualidad política británica.

Otras dos críticas formuladas por Thompson en este texto inédito invitan a matizar los lazos a menudo mencionados entre su obra y los últimos avatares de los estudios culturales y los estudios subalternos Si bien su obra pudo alimentar las reflexiones de especialistas de las culturas populares o del poscolonialismo, se trata de una herencia parcial y a veces ambigua. Por un lado, señala los límites de los enfoques centrados en las cuestiones culturales, a partir del momento en que la cultura se vuelve un pretexto para eludir los problemas políticos y económicos. Por otro lado, se niega a reducir todos los debates a la historia del colonialismo, una lectura «ingenua»33 de lo real que desvirtúa las luchas y las tradiciones populares en el seno mismo de las potencias occidentales y lleva a dar la espalda tanto al presente como al pasado.

En muchos aspectos, estos textos permitirán alimentar las reflexiones sobre la historia de los movimientos sociales, el compromiso de los intelectuales y la circulación transnacional de los conceptos de Thompson en las ciencias sociales34. Ofrecen también un modelo para comprender cómo el activismo político puede ser, en ciertas condiciones, un recurso para el trabajo de los investigadores, en vez de ser un «sesgo» que amenaza su cientificidad o un rasgo idiosincrásico, propio de las llamadas corrientes «críticas». En síntesis, sugieren que nuestra inventiva depende estrechamente de nuestra combatividad, lo que, en los tiempos que corren, es bastante saludable.

  • 1.

    C. Winslow: Edward P. Thompson and the Making of the New Left, Monthly Review Press, Nueva York, 2014. Winslow es un ex-alumno de Thompson y uno de los coautores, junto con Douglas Hay, Peter Linebaugh, John G. Rule y E.P. Thompson, de Albion’s Fatal Tree: Crime and Society in Eighteenth-Century England, Allen Lane, Londres, 1975.

  • 2.

    Recordemos que si bien esta expresión es de Thompson, remite a un enfoque que ya existía en autores como Jean Jaurès o Albert Mathiez. Fue respecto de este último que Lucien Febvre, tres décadas antes, habló de «historia vista desde abajo» (Annales d’Histoire Économique et Sociale No 18, 1932, p. 576). Más allá de las diferencias de objetos y estilos, el proyecto es similar: poner en un primer plano al pueblo, a los anónimos y los marginales, contra los relatos centrados en los grandes hombres, el Estado y las instituciones, e insistir sobre la racionalidad de las creencias y revueltas populares, contra la mirada predominante de las elites y la historiografía tradicional de los movimientos sociales.

  • 3.

    Dipesh Chakrabarty: «Una pequeña historia de los estudios subalternos» en Pablo Sandoval (dir.): Repensando la subalternidad. Miradas críticas desde/sobre América Latina, Envión / IEP, Lima, 2010.

  • 4.

    Lucas Poy: «Remaking The Making: E.P. Thompson’s Reception in Argentina and the Shaping of Labor Historiography» en International Review of Social History vol. 61, 2016.

  • 5.

    Agustín Nieto: «Los usos de E. P. Thompson en la historiografía ‘argentina’: un itinerario posible» en Rey Desnudo No 3, 2013.

  • 6.

    Marcelo Badaró Mattos : «La formación de la clase obrera en Inglaterra. Materialismo histórico e intervención política» en Trashumante. Revista Americana de Historia Social No 4, 2014.

  • 7.

    Isabelle Kalinowski: «Leçons wébériennes sur la science et la propagande» en M. Weber: La science, profession et vocation, Agone, Marsella, 2005.

  • 8.

    E.P. Thompson: Tradición, revuelta y conciencia de clase, Crítica, Barcelona, 1979.

  • 9.

    E.P. Thompson: Miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981 y Writing by Candlelight, Merlin Press, Londres, 1980.

  • 10.

    E.P. Thompson: Miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981 y Writing by Candlelight, Merlin Press, Londres, 1980.

  • 11.

    Movimiento vinculado a la clase trabajadora que se manifestó en varias oleadas entre 1838 y 1848. Su nombre deriva de la «Carta del Pueblo», un documento enviado al Parlamento Británico en 1838, en el que se reivindicaba el sufragio universal masculino y reformas que permitieran la participación de los obreros en el Parlamento [n. del e.].

  • 12.

    V. entrevista en Henry Abelove: Visions of History, Manchester University Press, Manchester, 1976.

  • 13.

    C. Winslow: ob. cit., p. 53.

  • 14.

    Jacques Pouchepadass: «Les subaltern studies ou la critique postcoloniale de la modernité» en L’Homme No 156, 2000.

  • 15.

    Julia Soul: «E.P. Thompson en la antropología social latinoamericana. Convergencias, divergencias y desplazamientos conceptuales» en Rey Desnudo No 3, 2013.

  • 16.

    C. Winslow: ob. cit., p. 73.

  • 17.

    Ibíd, p. 57

  • 18.

    Ibíd., p. 168.

  • 19.

    Ibíd, p. 184, énfasis en el original.

  • 20.

    Ibíd., pp. 137-144.

  • 21.

    Ibíd., pp. 147-159.

  • 22.

    Ibíd., pp. 168-185.

  • 23.

    Ibíd., pp. 103-116.

  • 24.

    Ibíd., pp. 187-213.

  • 25.

    Ibíd., p. 107.

  • 26.

    Nueva Visión, Buenos Aires, 2003.

  • 27.

    C. Winslow: ob. cit., p. 187.

  • 28.

    Ibíd., p. 195.

  • 29.

    Ibíd., p. 191.

  • 30.

    Ibíd., p. 193.

  • 31.

    Ibíd., pp. 204-205.

  • 32.

    R. Hoggart: A Sort of Clowning, Chatto & Windus, Londres, 1990, p. 96.

  • 33.

    C. Winslow: ob. cit., p. 233.

  • 34.

    Gabriel Winant, Andrew Gordon, Sven Beckert y Rudi Batzell: «Introduction: The Global E.P. Thompson» en International Review of Social History vol. 61, 2016.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 265, Septiembre - Octubre 2016, ISSN: 0251-3552


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