Opinión
mayo 2017

¿Hay futuro para la OPEP?

La debilidad de la OPEP para aumentar el precio del petróleo es evidente. ¿Qué consecuencias tiene este proceso para América Latina y el mundo?

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En 1959, en Medio Oriente ocurrió una notable baja del precio del petróleo. Entonces, los rusos ya estaban vendiendo a descuento. La Standard Oil of New Jersey, hoy ExxonMobil, sabía que esa situación causaría un caos entre los productores. Ante ese contexto, se reunieron en Bagdad cinco grandes productores que manejaban el 80% de las exportaciones de petróleo del mundo: Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela. Así, crearon la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

La OPEP nació el 14 de septiembre de 1960. A los cinco países se unirían después Argelia, Angola, Ecuador (salió en 1992 y regresó en 2007), Emiratos Árabes Unidos, Libia, Nigeria, Qatar, Gabón (salió en 1995, regresó en 2006) e Indonesia (hasta 2008).

Aunque en ocasiones se afirma que se formó como un “cartel” petrolero, nunca lo fue en un sentido estricto, dado que sus miembros no controlaron ni la producción ni las exportaciones a nivel mundial, y mucho menos la comercialización. Tampoco, por cierto, redujeron o eliminaron la competencia. Las refinerías nunca las ha controlado el “cartel de la OPEP”.

La actual situación de debilidad de la OPEP para aumentar el precio del petróleo a pesar de acordar una baja en la producción.

La decisión adoptada por la OPEP el 30 noviembre 2016 de reducir la producción a partir del 1 de enero de 2017 en unos 1,8 millones de barriles diarios (MMb/d) para julio 2017 (1,2 MMb/d de los países OPEP y 0,6 MMb/d de los otros) se podría extender hasta marzo de 2018. Esta nueva decisión se tomará el 25 de mayo 2017, donde se piensa incorporar otros productores como Turkmenistán y Egipto, que suman unos 0,7 MMb/d. Todo con la idea de minimizar el stock de los países industrializados, que los tienen por más de 64,2 días, y alcanza la impresionante cifra de más de 3.000 millones de barriles-MMb entre crudo y productos. La realidad es que, a la fecha, la decisión no ha tenido efecto en la reducción de los inventarios.

La medida lograda en noviembre incluyó a once productores que no forman parte de la OPEP, de los cuales el más importante es Rusia, que reduciría su producción en 0,3 MMb/d, mientras Arabia Saudita reduciría 0,486 MMb/d. La decisión no afectó a Estados Unidos porque aunque que cayó su producción en 1,0 MMb/d, ya recuperó 0,8 MMb/d en los últimos 6 meses.

Lo cierto es que la decisión no ha reducido la oferta mundial de crudo porque Arabia Saudita, aunque todavía en su cuota elevó su producción en 50.000 b/d, mientras Nigeria (0,2 MMb/d), también elevó su producción aunque por fuera del acuerdo. Asimismo, Libia la elevó en 0,25 MMb/d entre abril y lo que va de mayo, para sobrepasar los 0,81 MMb/d. Por su parte, Estados Unidos ya está aumentado su producción de shale oil y el número de equipos de perforación se ha duplicado.

El hecho más trascendente es que Arabia Saudita avanza a grandes pasos para abandonar su dependencia del petróleo. No parece preocuparle si el precio del crudo cae por debajo de 40 US$/barril para el año 2020. Por lo demás, sus costos de producción son de los más bajos del mundo.

Las implicancias para la economía mundial y para América Latina

Exceptuando a los países petroleros, tanto para la economía mundial como para América Latina, los precios del petróleo por debajo de los 50 dólares son una bendición, ya que los valores de los derivados que consumen tendrán precios menores para su transporte, para sus usos industriales y para la generación de electricidad y usos residenciales. El aspecto negativo es que vuelve menos competitiva a la producción de las energías renovables, en especial para la generación de electricidad y el transporte.

Para los países petroleros, exceptuando a Estados Unidos y a aquellos que no dependen del precio del crudo, la bajada de los precios es fatal. La razón es simple: toda su economía, y en especial su fiscalidad, dependen del petróleo. Diversos analistas han estimado la necesidad de precios por encima de los 100 US$/barril para equilibrar los presupuestos fiscales de los “petroestados”.

La pérdida de poder de la OPEP

Diversos autores como Pierre Terzian, Daniel Yergin, Luis Lugo, y Leonardo Maugeri, se han referido a la progresiva pérdida de poder de la OPEP.

Ya para 1979, la OPEP reconocía haber perdido el control sobre los precios que guiaba, y en 1985 abandonó esa política. Luego, falló en su intento de imponer cuotas de producción entre sus miembros. Recordemos el término “club de Pinochos”, atribuido al ingeniero Erwin Arrieta, exministro de Energía venezolano.

Los empeños de la OPEP de intervenir en los precios y volúmenes de petróleo que se comercializan en el mundo, lograron promover el descubrimiento de grandes reservas y producción de petróleo y gas natural en Alaska, el Golfo de México, Canadá, Brasil, el Mar del Norte, África Occidental, Australia, China y el Mar Caspio, entre otros sitios. Asimismo, permitieron mejorar las tecnologías para el uso del carbón y la energía nuclear, desarrollar las energías renovables y menos contaminantes, incrementar la eficiencia energética en todo el mundo, y promover el desarrollo de los hidrocarburos “no convencionales” (las arenas de Athabasca y las lutitas-shales de Estados Unidos). Otro logro de la organización fue la creación de la Agencia Internacional de Energía (IEA) en 1974, que hoy reúne a los 29 países más industrializados e importadores netos de petróleo y sus derivados (México y Chile están candidateados para convertirse en miembros). El mérito de la agencia estribó en lograr que los más importantes consumidores desarrollaran stocks suficientes para anular cualquier posible embargo de la OPEP.

Otra estocada para los deseos de la OPEP se produjo con la conversión del petróleo, desde 1983, en el commodity de los commodities. Un commodity (artículo transable en las bolsas del mundo a valores de mercado) que se usa hasta para proteger capitales.

En definitiva, la OPEP ya no puede controlar los precios del petróleo, porque estos giran alrededor de por lo menos quince variables. La organización solo puede influir sobre algunas de ellas. A continuación las detallamos.

  • Los especuladores (hoy por hoy un factor determinante en el mundo del petróleo)
  • Desde el punto de vista de la demanda:
    • Crecimiento de la demanda
    • Estructura de la demanda
  • Desde el punto de vista de la oferta:
    • Capacidad de producción de cada productor
    • Crecimiento del suministro
    • Calidad del crudo
    • Costo marginal de los suministros
    • Costos de inversión
    • Suministro de servicios
    • Financiamiento
  • Cuestiones climáticas (tormentas, huracanes, terremotos)
  • Regulaciones ambientales (cada vez más estrictas)
  • Capacidad de refinación (hoy limitada)
  • Reservas estratégicas (Capacidad de almacenamiento de los grandes consumidores)
  • La geopolítica (terrorismo, guerras, amenazas)

¿Tiene futuro la OPEP?

La OPEP no pudo controlar el auge de los hidrocarburos no convencionales ni el verdadero desarrollo de las reservas que cada día se encuentran en todo el mundo. Los países que integran la organización todavía no están en capacidad de aumentar sustancialmente su producción para satisfacer la demanda.

Que la OPEP tenga el 81,2 % de las reservas probadas de petróleo (1.211.432 MMb/d) ya no significa nada, porque la ventana comercial que le queda al petróleo no le dará tiempo de producirlas.

En cuanto a la capacidad de los miembros de la OPEP de elevar cada uno su producción de petróleo para atender la demanda, conviene recordar que en 1960 los países miembros tenían el 40,6% de la producción mundial. Lo que se observa es que 57 años después, tienen el 39,9%, por lo que no se ha producido un cambio significativo. Mientras tanto, hay 37 países no OPEP que producen importantes volúmenes de petróleo.

La capacidad de refinación mundial se incrementó vertiginosamente fuera de los países OPEP. En 1960 era de 24,4 MMb/d y los países OPEP tenían 2,19 MMb/d (8,8%) de esa capacidad. Para 2015, ésta llegó a 96,59 MMb/d, de los cuales apenas 12,7 MMb/d corresponden a países OPEP, una porción de solo el 13,1%. Es decir, la OPEP no ha logrado participar de forma importante en la actividad de manufactura. Hoy hay 117 países que tienen refinerías.

En definitiva, la situación de la OPEP es compleja. Se trata de una organización nacida en otro período histórico y en condiciones muy diferentes para el crudo. Su futuro y su capacidad de decisión están en jaque. El escenario mundial determinará su porvenir.



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