Opinión
agosto 2014

¿Hacia dónde van los BRICS?

Los BRICS, con casi la mitad de la población del mundo y un cuarto de la superficie del planeta, son una piedra en el zapato para las potencias tradicionales. Pero su éxito en el futuro dependerá de que logren pasar de un modelo de desigualdad social y explotación de los recursos naturales a otro de inclusión social y desarrollo sostenible.

¿Hacia dónde van los BRICS?

Desarrollo sostenible: sí, ¿pero qué significa?

"Crecimiento inclusivo: Soluciones sostenibles". Ese fue el tema de la Sexta Cumbre de los BRICS, que se desarrolló del 14 al 16 de julio en Fortaleza. Los resultados y la declaración del encuentro muestran que el bloque ha asumido importantes iniciativas en la disputa por un nuevo orden mundial. La creación del Nuevo Banco de Desarrollo y del Fondo de Reservas es una respuesta concreta frente a la necesidad de democratizar la arquitectura financiera internacional y de reformar las instituciones surgidas en Bretton Woods.

Sin embargo, la Declaración de Fortaleza no se limita a esos dos puntos, sino que también incluye reivindicaciones del grupo sobre temas estratégicos dentro del debate global. Los BRICS adoptaron una posición clara respecto a los conflictos en Siria, Irán (y la cuestión de la energía nuclear), Afganistán, Irak, Ucrania y Palestina. Al mismo tiempo, reafirmaron que es necesario llevar a cabo una amplia reforma en la ONU; sobre todo en el Consejo de Seguridad, que debe ser más representativo y eficaz para encontrar respuestas adecuadas a los desafíos globales. China y Rusia volvieron a destacar la importancia de Brasil, India y Sudáfrica en la política internacional y respaldaron las aspiraciones de sus colegas de los BRICS, que buscan un mayor protagonismo dentro de las Naciones Unidas. Subrayando la demanda orientada hacia el multilateralismo, la Sexta Cumbre retomó el diálogo iniciado el año pasado en Durban con los países de la región y apuntó a fortalecer las relaciones con las organizaciones de América Latina y de la UNASUR.

Para las grandes potencias tradicionales, la conformación de los BRICS es una piedra en el zapato. La población y la fuerza de trabajo de estos cinco países constituyen aproximadamente la mitad del total existente en el mundo entero. La superficie conjunta representa casi un cuarto del planeta. Los miembros de los BRICS cumplen un papel importante dentro de sus respectivas regiones. Si se suma el producto bruto nacional de cada integrante del Grupo, se obtiene un valor con gran peso dentro del producto global. Además, cada vez en mayor medida, los países BRICS aparecen con propuestas concretas en el campo económico, financiero y estratégico. Las nuevas sanciones de EE.UU. contra Rusia, impuestas el mismo día del encuentro del Grupo con la UNASUR, pueden interpretarse dentro de este contexto como una expresión de malestar por parte de las potencias establecidas.

Sostenibilidad: ¿qué significa exactamente?

El lema "Crecimiento inclusivo: Soluciones sostenibles" muestra cuál es el gran desafío para el Grupo. Cabe destacar la importancia asignada al desarrollo sostenible y la asiduidad con la que se lo menciona en la Declaración de Fortaleza, aunque el documento no define qué significa exactamente el concepto. Debido a esta falencia, también resulta difícil evaluar los fragmentos sobre agenda de la ONU, biodiversidad, cambio climático, energía, agenda post-2015, objetivos de desarrollo sostenible, educación, derechos reproductivos y agricultura familiar. Algo similar ocurre con el Nuevo Banco de Desarrollo, cuyos objetivos fundacionales –financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible– deberían ser especificados en detalle.

El futuro y el éxito de los BRICS dependen en buena medida de la posibilidad de combinar la inclusión social con el desarrollo sostenible y de traducir estos objetivos en políticas concretas. El desarrollo económico de los países BRICS se basa hasta ahora en la explotación de los recursos naturales y en una gran desigualdad social. Sus integrantes se caracterizan por una concentración de los ingresos que es muy alta y continúa aumentando. La única excepción es Brasil, que en la última década redujo la desigualdad a partir de un incremento significativo en el salario mínimo legal y la adopción de amplios programas sociales de carácter inclusivo. Aun así, Brasil es uno de los países latinoamericanos con mayor inequidad en la distribución de los ingresos, y América Latina sigue siendo la región con la mayor desigualdad en el mundo.

Principal exportación: productos primarios

Como respuesta a la creciente demanda de China, el resto de los países BRICS y sus vecinos regionales experimentan un proceso de "reprimarización", que lleva a que las exportaciones se concentren (nuevamente) en productos primarios. El gigante asiático importa minerales, combustibles fósiles, soja y otros productos agrícolas procedentes de los demás Estados miembros del Grupo.

Las actividades económicas en cuestión comprenden monocultivos intensivos, que se realizan en grandes superficies con el uso de plaguicidas y otras sustancias tóxicas y no crean demasiados puestos de trabajo. Al mismo tiempo, la producción nacional no puede competir contra los artículos industriales importados de China, que suelen fabricarse bajo condiciones laborales degradantes. Esto genera una gradual desindustrialización, impulsa la caída de los salarios y afecta los derechos de los trabajadores. Los productos primarios y los productos industriales basados en el consumo de recursos naturales totalizan hoy el 85% de las exportaciones efectuadas desde América Latina hacia China. Este modelo económico orientado a la explotación de los recursos naturales agudiza la conflictividad agraria y permite que las grandes empresas pertenecientes al sector agroindustrial y a las industrias extractivas violen los derechos territoriales de campesinos, agricultores, pueblos indígenas, pescadores y comunidades locales no indígenas.

En Brasil, la especialización en la exportación de bienes primarios se respaldó en una alta concentración de la propiedad de la tierra y en el debilitamiento de las leyes que protegían derechos humanos duramente conquistados. También en el caso de Sudáfrica, la marcada concentración de la economía hacia la explotación minera se vio acompañada por altas emisiones de gases de efecto invernadero y graves violaciones a los derechos humanos y laborales. La masacre de Marikana, ocurrida en 2012, causó conmoción internacional y se convirtió en un símbolo del poder destructivo de este modelo económico: tras una huelga masiva de los mineros y una brutal represión de las fuerzas policiales, 44 trabajadores perdieron la vida.

Los movimientos sociales deben unirse

De manera paralela a la cumbre oficial, se celebró en Fortaleza el Tercer Foro Sindical de los países BRICS. El eje temático fue la defensa de los derechos de los trabajadores contra la presión salarial y la precarización laboral. Además, los sindicalistas de los Estados miembros iniciaron un diálogo dirigido a armonizar los derechos de los trabajadores y los temas de una agenda común. Por su parte, los representantes de la sociedad civil de los BRICS organizaron los "Diálogos sobre desarrollo" para analizar el Grupo desde la perspectiva de la población. El centro del debate estuvo ocupado por el Banco de Desarrollo creado en Fortaleza.

Los movimientos civiles convocaron a intensificar la acción conjunta para proteger sus derechos, ante el temor de que las inversiones realizadas por esta institución financiera terminen agravando los conflictos sociales y ambientales, tal como ocurriera con otras entidades similares en algunos de los Estados miembros (por ejemplo, el BNDES en Brasil).

Habida cuenta de la expansión de la minería, la precarización de las condiciones laborales, la explotación de los combustibles fósiles y el desplazamiento de campesinos, comunidades tradicionales y grupos indígenas, es necesario que las luchas locales y nacionales de las poblaciones de los BRICS se libren de manera conjunta.

Dado que los discursos gubernamentales sobre sostenibilidad sólo expresan generalidades, son las respectivas sociedades las que deben dar forma a la nueva vía de desarrollo de la que tanto se habla. Se debe prestar especial atención a aspectos clave relacionados con la distribución del ingreso y de la riqueza, la valoración del trabajo y el fortalecimiento de los derechos de la población. Es necesario condicionar la financiación de proyectos por parte del Banco de Desarrollo y así fijar límites a las grandes empresas de los países BRICS, que buscan aprovechar la cooperación de los cinco Estados para obtener beneficios, ocupar tierras y usurpar derechos.

En lugar de volver a provocar las desastrosas consecuencias sociales y naturales generadas por las iniciativas de los bancos nacionales de desarrollo, los nuevos proyectos de infraestructura deben priorizar la construcción de viviendas, el abastecimiento de agua y la evacuación de las aguas residuales, la salud y la educación. Los programas de producción de alimentos deben apoyarse en las empresas familiares y en los pequeños agricultores, que promueven el derecho humano a la alimentación con un aporte mayor al que realiza la agroindustria, orientada a la exportación y a las ganancias.

De acuerdo con lo manifestado en los múltiples debates realizados en torno a la Sexta Cumbre de Fortaleza, la atención de los BRICS no debería limitarse únicamente a los foros paralelos de empresarios y académicos. Para elaborar alternativas creíbles, el Grupo debe tener en cuenta las necesidades de la población y las preocupaciones expresadas por las organizaciones sociales y los sindicatos.

Cabe esperar entonces que Brasil –más allá de la resistencia observada en algunos de los otros países– promueva un mayor diálogo con los movimientos sociales y ponga en marcha un organismo consultivo nacional de política exterior, que actualmente es objeto de debate. Sería el espacio adecuado para analizar el proyecto estratégico de los BRICS y desarrollar alternativas en materia de gobernanza global.

* Trabaja en Río de Janeiro en la ONG "FASE - Solidaridad y Educación" y coordina la Red Brasileña para la Integración de los Pueblos (REBRIP). Es miembro del Grupo de Reflexión sobre Relaciones Internacionales y participó en la organización de la cumbre de los BRICS realizada por los movimientos sociales en Fortaleza.

Traducción: Mariano Grynszpan

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