Dossier
NUSO Nº 108 / Julio - Agosto 1990

El peligro de las palabras

También las palabras tienen su historia. Hubo épocas, por ejemplo, en las cuales la palabra socialismo fue, para generaciones enteras de humillados y oprimidos, el sinónimo magnético de un mundo más justo, y por los ideales que se expresaban mediante esa palabra, los hombres ofrendaron largos años de su vida e incluso la vida misma. Yo no sé cómo son las cosas en vuestro país, pero en mi patria, esta misma palabra - es decir, la palabra socialismo - hace ya mucho que se ha convertido en una cachiporra de uso corriente, con la cual cualquier burócrata enriquecido y descreído da en las espaldas de sus conciudadanos que piensan libremente, llamándolos «enemigos del socialismo» y «fuerzas antisocialistas». Realmente, en mi país hace ya mucho que esta palabra es una forma impía de conjuro, el cual de muy buena gana se evita para no hacerse sospechoso. No hace mucho asistí a una manifestación totalmente espontánea, que no respondía a ningún grupo disidente, en la que se protestaba contra la venta total de una de las partes más hermosas de Praga a ciertos millonarios australianos. Y en el momento en que un orador, agresivamente contrario al proyecto, quiso reforzar su apelación al gobierno, diciendo que para la salvación de su patria él luchaba en nombre del socialismo, toda la concurrencia lo tomó a risa. Y no porque fuera adversa a una ordenación social justa sino simplemente porque oía mencionar una palabra que durante años había sido invocada en todas las circunstancias posibles y no posibles, por un régimen que sólo está en condiciones de manipular y humillar a los hombres.

El peligro de las palabras
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 108, Julio - Agosto 1990, ISSN: 0251-3552


Newsletter

Suscribase al newsletter