Opciones ante el colapso financiero (94 / Marzo - Abril 1988)
Nº 94 — Marzo - Abril 1988

Opciones ante el colapso financiero

Los reiterados síntomas de crisis dentro del sistema financiero internacional que se expresan a través de incertidumbres y angustias en cuanto a la deuda externa, comerico exterior, futuro inmediato del dólar y de la economía de los industrializados y el destino del Tercer Mundo; exigen a los políticos y economistas latinoamericanos un esfuerzo por vislumbrar posibles salidas, antes que se precipite el alúd, que muchos creen ver acumulándose.

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La banca siempre gana. Estrategias de los acreedores frente a la deuda externa

Los países endeudados de América Latina han expresado individual y colectivamente sus posiciones ante el tratamiento de la crisis financiera externa que los afecta; numerosos estudios han analizado este aspecto. En este trabajo, los autores se interesan principalmente por otro costado de la misma realidad: la estrategia desplegada por la banca acreedora, desde el estallido de la crisis de la deuda en 1982. A partir de la presentación del diagnostico y los principios que la sustentan, desmenuzan los mecanismos que han permitido el control del riesgo latinoamericano, el inicio de la auto-absorción de la deuda y la reorientación de sus actividades hacia otras fuentes de beneficios. Seis años después, se verifica que los bancos han evitado la desvalorización brusca de sus créditos y han disminuido sus grados de exposición, alejando así la posibilidad de la bancarrota del sistema financiero internacional, sin sacrificar mayormente su rentabilidad. Los autores concluyen que, de todos modos, la prosecución de esta estrategia conduce a un nuevo impasse. América Latina no puede seguir transfiriendo durablemente recursos financieros, como lo ha hecho en los últimos años, y la economía mundial reclama la reanimación de los polos de depresión que, como nuestra región, han sido empujados a descuidar la actividad productiva, en aras del pago de los intereses de la deuda. El problema reside en que los bancos internacionales no parecen todavía dispuestos a adaptarse a la nueva situación.

Tenemos la llave del crecimiento

Los latinoamericanos llevamos cinco años discutiendo las condiciones propuestas por los países desarrollados para resolver el problema de la deuda externa, condiciones que están basadas en falsos supuestos, y que, en consecuencia, nos conducen a una falsa estrategia. Debemos tomar una nueva dirección, una orientación nueva, partiendo de un punto establecido por nosotros: la deuda externa no es un problema financiero, es un problema político, y como tal debemos tratarlo. Pero ha llegado la hora de que transformemos este planteamiento, en el que todos coincidimos, en acción común. Si actuamos cada país aisladamente, nada obtendremos de los industrializados. Y no se trata de propiciar un enfrentamiento; por el contrario, se trata de unir a aquellos que son responsables de la deuda, sea como acreedores o como deudores. Pero previamente nuestros gobiernos deben concertarse y presentar propuestas compartidas, en que se ligue la situación de la deuda externa con las vicisitudes del comercio internacional, el financiamiento del desarrollo y la transferencia de tecnología. Debemos tratar con negociadores difíciles, como el FMI y el Banco Mundial, que han fijado condiciones asfixiantes a nuestras economías, pero - aunque no quisiéramos - tenemos que movernos en un marco impuesto por las realidades derivadas de la Segunda Guerra Mundial. Sólo la acción común del Tercer Mundo nos acercará a una solución, con vistas a conseguir un trato mas equitativo dentro de un nuevo orden económico internacional.