
Los cambios en la última década repercutieron en los trabajadores de múltiples maneras, las más de las veces perversas. Unas relaciones laborales paulatinamente más informalizadas se acompañan a su vez, de necesidades de representación cada vez más informales desde el punto de vista de la ortodoxia sindical. Asimismo, los sindicatos son asimilados como una zona políticamente imprecisa y desacreditada, mezcla de contestación cultural y revindicación, donde los movimientos sociales o comunitarios tejen las redes de resistencia y solidaridad.