Shein, la compañía china de fast fashion, revolucionó la moda rápida con su fórmula digital: catálogos extensos y efímeros, publicidad omnipresente y estrategias para capturar a un público hiperindividualizado. Pero detrás de su éxito global y de las tendencias virales, se ocultan un impacto ambiental descomunal y condiciones laborales marcadas por la explotación.