El conflicto en la antigua Yugoslavia debe ser visto como una lucha entre los proyectos estatalistas de los distintos grupos étnicos. Estos proyectos fueron suprimidos en la Yugoslavia de Tito, o neutralizados a través de una política de compensación, que fortaleció al grupo más débil (esloveno) y debilitó al más fuerte (serbio). Las tendencias estatalistas encontraron su oportunidad desde mediados de los 70, cuando se fue abriendo un campo de autonomía e institucionalidad independiente. En los 90, los intereses occidentales -básicamente de Alemania y EEUU-determinaron la evolución del conflicto y sus soluciones, muchas veces de espaldas a la legalidad internacional.