Las recientes elecciones en Taiwán y Hong Kong dan testimonio del impacto profundo y duradero que han tenido los movimientos estudiantiles de 2014. Las reivindicaciones democráticas ganan terreno pero, a diferencia de lo ocurrido en Occidente, en los casos de Taiwán y Hong Kong, los jóvenes luchan por la libertad más que por la igualdad, a la vez que sus reivindicaciones democráticas se hacen eco de los sentimientos «anti-China» de la población. Al mismo tiempo, el contexto cambió en las últimas décadas: poderosos sectores económicos, ayer anticomunistas, hoy buscan vínculos comerciales con la poderosa economía de la República Popular China.