La llegada al poder de Rafael Correa en 2006 –luego de varios años de movilizaciones sociales y derrocamientos presidenciales– abrió una nueva etapa en la política ecuatoriana. En ese marco, uno de los desafíos del Movimiento Alianza PAÍS –discutido en la convención de 2010– es transformarse en una fuerza orgánica y no reducirse a una mera extensión del gobierno o simple fuerza electoral. Para ello deberá enfrentar las tensiones de ser un partido (oficialmente un movimiento) con un fuerte discurso antipartidario, y una organización sin una historia previa al ejercicio del poder estatal.