Oaxaca, Kerala y Sicilia son diferentes entidades subnacionales que comparten un rasgo común: el fracaso de sus intentos de transformación agraria. En los tres casos, las reformas agrarias, aunque contribuyeron a romper con un pasado arcaico, no activaron una secuencia sostenible de cambios productivos en el mundo rural ni fuera de él, y generaron enormes flujos migratorios y una excesiva dependencia del mercado de trabajo de los servicios y el empleo público. La baja calidad de las instituciones, las políticas públicas deficientes y algunos problemas inéditos posteriores a las reformas agrarias intervinieron en diferentes proporciones para configurar una situación común: una transformación agraria que no pudo convertirse en motor para el desarrollo del resto de la economía.