El anuncio reciente de una “tregua entre maras” causó estremecimiento en la sociedad hondureña pero su impacto real es discutible: los jóvenes no son la principal causa de la violencia. Las avionetas cargadas de coca no aterrizan en fincas propiedad de pandillas juveniles. Las armas automáticas que periódicamente y en lotes masivos desaparecen de cuarteles militares no son robadas por maras. Las masacres en las cárceles hondureñas no son determinadas por pandillas. En Honduras la violencia criminal es causada por el narcotráfico, y el narcotráfico es dirigido desde personas en el Congreso nacional, el ejército, la policía y la administración pública.