Los gobiernos de América Latina y el Caribe, al tratar de resolver la crisis que enfrentan sus países desde hace una década, están desmontando los instrumentos, la institucionalidad y los conceptos que caracterizaron al modelo de sustitución de importaciones. Cada sociedad lo hace a partir de sus propias realidades económicas, sociales y políticas y de los conflictos y consensos que protagonizan las distintas fuerzas sociales. La liquidación del modelo de sustitución de importaciones no ha dado lugar todavía al surgimiento de otro u otros, que tengan la estabilidad, coherencia y consensos indispensables. Sólo hay elementos. El autor explora los tres escenarios más probables y cree que, hasta ahora, únicamente aparecen los dos más negativos. La viabilidad del escenario más deseable, que dista mucho del óptimo, dependerá de la capacidad para integrar amplias y duraderas alianzas políticas de poder.

Desde hace milenios, los hombres han tenido que trabajar para asegurar la reproducción del género humano y de las sociedades en que han vivido. Ahora, por primera vez, existe la posibilidad de que el trabajo no constituya una necesidad social sino, tal vez, un impulso individual de creación, o de asumir desafíos intelectuales, o de participación. Se trata de la sociedad del No-Trabajo, una sociedad radicalmente diferente de todas las conocidas, en la cual los seres humanos podrán dedicarse libremente a desarrollar todas sus potencialidades físicas y espirituales, y sus capacidades de disfrute individual y colectivo, en el corto lapso de la vida humana.

1. El Carácter de la Crisis Las fuerzas democráticas chilenas viven una profunda crisis. Su expresión más aguda es la incapacidad para encontrar una respuesta adecuada conducente a derrocar la dictadura fascista entronizada en Chile y a buscar formas de convivencia democrática que permitan avanzar hacia las transformaciones económicas y sociales que la sociedad chilena reclama con urgencia. Han transcurrido más de tres años desde el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y aún no existe un proyecto político claro y definido, capaz de aglutinar a las fuerzas democráticas, señalar con precisión objetivos tácticos y estratégicos y conducir al pueblo chileno al retorno de la democracia.