En las culturas patriarcales lo femenino carece de valor. El ideal de humanidad es definido por los rasgos característicos de las actividades y valores de los hombres. Sin embargo, las prácticas de vida de las mujeres existen y, aunque no son valoradas de manera apropiada y justa por la sociedad patriarcal, expresan la potencia de lo femenino como algo opuesto y cuestionador del ideal masculinizante de humanidad que se pretende imponer. Es necesario valorar la fuerza de las mujeres aun en sus rasgos aparentemente banales, como la seducción. La mujer sigue siendo una significación masculina, pero por su misma ausencia de Ser tiene mucho que hacer: autodefinirse, autoconstruirse creativamente a partir (no hay de otra) de los límites; ser capaces de rescatar en ellos nuestro propio sentido de la libertad