Los dirigentes rumanos establecen una unidad dialéctica entre su política interior y la exterior, girando ambas en torno al interés nacional como núcleo central. Para el autor dicho interés nacional, que al menos programáticamente es la construcción del socialismo, tiene dos componentes significativos y determinantes: el desarrollo económico y la unidad nacional. Tanto el uno como el otro están ligados a la estabilidad del régimen actual. Mientras que en el interior se utiliza la ideología marxista para justificar la primacía del interés nacional sobre el interés individual, en las relaciones con el exterior dicha ideología se utiliza para oponerse a la existencia de un centro rector que marque las líneas a seguir, puesto que el interés nacional se antepone al interés general del socialismo. Sin embargo, esta autonomía de actuación política tiene sus límites por cuanto Rumania forma parte de la comunidad de países socialistas y además es miembro del Tratado de Varsovia.