En marzo de 1968, Pierre Viansson-Ponté escribía un artículo que se haría célebre: «Cuando Francia se aburre», donde trataba con ironía un conglomerado de elementos que estallarían poco después en el Mayo francés. Allí señalaba algo de notable actualidad: «el verdadero objetivo de la política no puede restringirse a administrar el bien común ‘lo menos mal posible’». Pero incluso ese mínimo de la política hoy parece violentado por una sucesión de decisiones conservadoras en las que austeridad es la palabra de orden, al tiempo que la creatividad para enfrentar la crisis parece ausente también en las visiones progresistas.