La realidad muestra lo difícil que puede resultar la formación de funcionarios y ciudadanos incorruptibles en el actual contexto económico y político. No obstante, es posible fomentar la competencia, modificar los incentivos e introducir mejoras en los sistemas de rendición de cuentas. En síntesis, enmendar las estructuras y relaciones que generan la corrupción. Este artículo ofrece una perspectiva para la acción ciudadana y la política pública.