Reprimidos por la dictadura en la década de los 70 y bloqueados por los «sindicalistas empresarios» en los 90, los cuerpos de delegados han vuelto al escenario sindical argentino. Este artículo reflexiona sobre la reemergencia de un sindicalismo de base, a menudo alentado por jóvenes sin experiencia gremial, que ha logrado éxitos resonantes como en el caso de los trabajadores del transporte subterráneo de Buenos Aires. En el marco de direcciones sindicales burocratizadas e incapaces de trasmitir la experiencia del pasado, muchos de los nuevos activistas se han visto influidos por luchas fuera del lugar de trabajo, como asambleas barriales, cortes de ruta o la militancia en partidos de izquierda.