En Chile, se están agotando un
modelo y una forma de hacer
las cosas. La economía presenta
severos problemas de libre
competencia por la concentración
de la propiedad y los mercados,
así como por la falta de regulaciones.
A su vez, el régimen político de
transición se debilita, golpeado
por el descrédito. Esta situación
está provocando realineamientos
en la coalición de gobierno, pero
también en los partidos ubicados
a su izquierda, con vistas a la
elección presidencial de 2017.
La forma en que esto cristalizará
estará influida, en gran medida,
por cómo los movimientos sociales
resuelvan sus articulaciones con la
política y por la capacidad de la
izquierda para superar sus divisiones.