Dentro de la concepción de los planificadores norteamericanos del moderno orden mundial posterior a 1945, el Tercer Mundo debía funcionar «como fuente de materias primas y como mercado». La más grande amenaza a este sistema eran los regímenes nacionalistas (y no la URSS o el comunismo) los cuales debían ser mantenidos a raya a través de medios flexibles pero democráticos, pero de fallar éstos «al populacho podría enseñársele algunas lecciones». El rol de EEUU como policía del sistema ha evolucionado desde su derrota en Vietnam.