Los años 60 inauguraron una experiencia de radicalidad política compartida, por primera vez, a escala mundial. La insurrección obrero-estudiantil francesa de mayo de 1968 suele aparecer como un ícono de esos años, a punto tal que algunas de las revueltas posteriores se presentan como réplicas de la experiencia francesa. Un repaso por algunas de esas revueltas y de esos movimientos sesentayochistas revela, por el contrario, el peso de los encuadres nacionales y llama a evitar lecturas simplistas sobre la imitación de las barricadas francesas.