La creciente mercantilización de la vida presiona contra las posibilidades de avanzar hacia el «buen vivir», en la medida en que reduce espacios para la realización personal, quebranta la solidaridad y la cohesión social, afecta negativamente el trabajo reproductivo y la equidad de género, disminuye la sostenibilidad y merma la confianza colectiva. Partiendo de las categorías –ya clásicas– propuestas por Karl Polanyi en su crítica de la sociedad de mercado, este artículo plantea algunas ideas para avanzar en los debates sobre el cambio social desde una estrategia de desmercantilización en una lógica de poscrecimiento.