La frontera Estados Unidos-México es más que la línea divisoria de separación entre dos naciones: también es el lugar donde convergen distintos sistemas de percepción, culturas económicas notoriamente desiguales, tradiciones filosóficas que abarcan diversos conceptos del tiempo, grupos con diferentes historias de adaptación a la cultura dominante. Y en cuanto a la identidad individual, la frontera es la zona - psicológica, geográfica, cultural - donde cada individuo debe mirarse en el espejo de distintas culturas; donde cada quien es visto por varios pares de ojos: los nuestros y los de los otros; donde los estereotipos chocan con la realidad del caso concreto y donde es necesario una negociación constante de definiciones entre quién soy y quién eres.