Los procesos de descentralización de América Latina cambian no solamente el marco institucional de los países de la región, sino también las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Es el caso de los pueblos indígenas cuando relacionan la demanda de descentralización con una ampliación de la participación y la representación. Las diferentes formas de comprensión del territorio, su uso y ocupación por parte del Estado y de los pueblos indígenas, limitan sus posibilidades de participación y representación, lo que hace indispensable interpretar la territorialidad de forma diferente y más flexible.