La Iniciativa para las Américas, formulada por el Presidente de Estados Unidos, no sólo representa un posible cambio en los términos de las relaciones hemisféricas. Constituye, además, un desafío para los latinoamericanos. Un desafío que, cuando menos, tiene que asumir dos dimensiones: la capacidad de negociación, inteligente, transparente, integral y coherente, para incorporar en la instrumentación de la Iniciativa los criterios regionales; y, la defensa y profundización de los mecanismos de la integración latinoamericana.