América Latina tiene una larga historia de justicia politizada y de política judicializada. Con los gobiernos y las legislaturas enfrentando una profunda crisis de credibilidad, la judicatura se ha convertido en un actor importante. El problema es que, como lo demuestra el juicio a Lula da Silva, muchos administradores de justicia están actuando como políticos antes que como abogados o magistrados independientes.