En la última década, el perfil social argentino se ha modificado profundamente. Sin embargo, la sociedad política ha tenido su propia historia. En particular, el movimiento peronista no atina a adecuarse a los nuevos factores emergentes y, en consecuencia, vive una crisis de dimensiones inusuales. Por un lado, puede hablarse de una degradación política e ideológica. Del otro, del peligro cierto de una dispersión o feudalización regional. Sus sectores gremial y político reflejan esta situación de manera diferencial, y de las relaciones de fuerza que en cada uno de ellos se dé, así como de su mutua influencia, dependerá que el mayor movimiento de masas que ha conocido Argentina desaparezca, se convierta en un partido moderno o conserve las características liberadoras que le dieron fundamento a lo largo de su historia.