La herencia dictatorial que está en la base de la realidad boliviana ya no sirve por sí sola para explicar la situación que vive el país. Casi tres años de gobierno democrático en Bolivia, no sólo no han permitido en el plano económico contrarrestar el peso de dicha herencia, sino que, al contrario, han acentuado hasta grados inauditos los rasgos negativos de las expresiones críticas del modelo económico que se incubó en las décadas pasadas. En efecto, la hiperrecesión y la hiperinflación que se viven en Bolivia no son exclusivamente el patrimonio de las dictaduras; en ellas están también inscritas las marcas de la propia democracia. El autor se limita a situar las dimensiones de la hiperrecesión y la hiperinflación, las cuales no tienen parangón en el continente, a mencionar algunas razones que las explican y a especificar algunos principios de trabamiento del problema que la realidad plantea