En estos años, el destino de América Latina se debate entre la decisión de cada gobierno de firmar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos o la de privilegiar los procesos de integración regional. Firmar TLC significa hipotecar el futuro del país por intermedio de un acuerdo sumamente desigual, firmado individualmente por cada país, con la más grande potencia económica, tecnológica, política y militar del planeta.