He vivido estos acontecimientos como algo inaudito, imprevisible. Asistimos a la resurrección trágica de un pueblo, que yo creía desde hace mucho tiempo liquidado, y que va probablemente a recuperar su salud a partir de una catástrofe sangrienta. Debo una confesión: en el momento en que ha comenzado la insurrección , me disponía a escribir un artículo contra los rumanos, que se titularía «La nada valaca» por referencia al principado del Danubio que formó con la Moldavia el antiguo reino de Rumania. Y con referencia, sobre todo, a la historia de una nación desventurada y fallida, de un pueblo suicida. Los acontecimientos me han hecho cambiar de opinión y renuncié a este proyecto. De ello estoy contento.