Los diagnósticos suelen desalentarnos. No sólo constatan una mundialización negadora de alternativas. También carecen de datos e ignoran proceso minúsculos y persistentes. Cabe pues examinar pequeños logros y proyectos humanos en nuestro continente. Consideremos comunidades de base, estructuras religiosas, y cultura de las mayorías marginadas. Ellas hablan, con sus propios códigos y símbolos, de una humanidad nueva. Dicen su praxis utópica. No lo hacen mediante canales sociales y conceptos pertenecientes a las élites. Sí lo hacen mediante microorganismos, fuerza espiritual, sabiduría, sincretismos a favor de la vida, resolución de asuntos básicos.