La sorpresiva elección - por el Congreso boliviano de Jaime Paz Zamora como nuevo presidente de su país, fue producto de una alianza política considerada «imposible» por los analistas; pero éste no fue el único detalle insólito en el cambio de primer mandatario con continuidad constitucional ocurrido en La Paz. La probable mantención de una política económica neoliberal, que ha producido estabilidad pero no reactivación, es otro detalle destinado a romper percepciones esquematizadas, incluso entre los que protagonizaron cierta fuga de capitales, coincidente con la proclamación del nuevo presidente. Con mayoría parlamentaria cómoda, sindicatos debilitados, fuerzas armadas que respaldan el actual ordenamiento legal y negociaciones económicas promisorias en torno al gas natural - el principal producto de exportación boliviano, ya no el estaño -, Paz Zamora inicia su gestión con una capacidad de movimientos que le podría ganar en la base social un apoyo similar al que recibió a nivel de cúpulas, tan imprevistamente.