En los últimos cuatro años la Argentina ha sufrido cambios que pueden ser considerados revolucionarios dadas la profundidad y velocidad con que han ocurrido. La política socio-económica implementada por el actual gobierno de Carlos Menem, más allá de su grado de éxito o fracaso en términos de estabilidad y crecimiento sostenido en el tiempo, ya constituye una revolución neoliberal por sus consecuencias de largo plazo tanto para el modelo de acumulación como para el conjunto de relaciones políticas y sociales. Es más, los cambios político económicos que se completan a partir de la asunción de Carlos Menem permiten considerar que la democracia argentina, por primera vez desde 1930, está consolidada y que la tendencia presente es hacia un escenario donde el régimen democrático será simultáneamente estable y altamente excluyente en términos político económicos.