En Guatemala la mitad de la población es maya, mientras que la otra mitad es mestiza (ladinos). Aunque la situación precaria del país afecta a toda la población, los mayas sufren doblemente la pobreza: como habitantes de un país subdesarrollado y por el desinterés del Estado en atender sus necesidades. Esto se evidencia en la falta de salud, trabajo y educación. La discriminación de los ladinos se manifiesta como separación e inferiorización. Además los naturales, que viven intensamente la relación con el territorio, consideran a los ladinos como invasores. Esta situación refuerza el proceso de autoidentificación étnica y la búsqueda de una identidad auténtica, lo cual conlleva implicaciones políticas y de desarrollo.