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Reseña de Ciudades latinoamericans. Un análisis comparativo en el umbral del nuevo siglo, de Alejandro Portes, Bryan R. Roberts y Alejandro Grimson, eds.


Nueva Sociedad 212 / Noviembre - Diciembre 2007
Reseña de Ciudades latinoamericans. Un análisis comparativo en el umbral del nuevo siglo, de Alejandro Portes, Bryan R. Roberts y Alejandro Grimson, eds.

Las consecuencias del neoliberalismo en las ciudades

Juliana Persia

Ciudades latinoamericanas presenta los resultados de un estudio comparativo sobre el carácter y la evolución de seis ciudades de la región. Aborda los cambios en los patrones de urbanización y en la vida urbana en cinco áreas: los sistemas y las primacías urbanas; el mercado de trabajo; la pobreza y la desigualdad social; la delincuencia y victimización ciudadana, y las acciones colectivas urbanas. En la mejor tradición de los estudios comparativos, la evolución de cada una de estas áreas –poco estudiadas de manera conjunta– se analiza en el marco de hipótesis histórico-estructurales que vinculan el desempeño específico de cada una de ellas con el cambio en el modelo de desarrollo. Se trata, sin dudas, de un aporte significativo al conocimiento de cómo cambiaron los sistemas urbanos y la vida cotidiana durante las últimas décadas en América Latina.

Varios aspectos distinguen este libro de la extensa literatura que analiza los efectos de las políticas pro-mercado de los 90. En primer lugar, la multiplicidad de dimensiones sociales abordadas y la rigurosidad en el tratamiento de los datos estadísticos, que lo convierten en una excelente fuente de información de amplia cobertura espacio-temporal, que ofrece al lector una mirada comprensiva y sistemática acerca de los cambios en los sistemas urbanos. En segundo lugar, se destaca la equilibrada combinación del análisis de las tendencias estructurales y de los procesos microsociales, abordados a partir de minuciosos estudios etnográficos. En tercer lugar, el ejercicio comparativo permite concluir que, contra las lecturas excesivamente generalizadoras, el alcance y el efecto de las políticas neoliberales, así como el consenso sobre ellas, han sido distintos en cada país, con variaciones según las especificidades locales y el ritmo y la intensidad de las reformas. Por último, resulta interesante el recorrido por temas clásicos de la agenda latinoamericana: la urbanización y la marginalidad urbana; la industrialización y el desarrollo; la informalidad laboral y la pobreza; la participación, la democracia y los movimientos sociales, entre otros.

Los estudios comparativos entre países constituyen una forma habitual y extendida de investigación social en Estados Unidos. Lo novedoso y auspicioso de esta experiencia, patrocinada por la Fundación Andrew W. Mellon, es que los resultados han sido publicados en español. Ciudades latinoamericanas es fruto de acuerdos de colaboración entre equipos de investigación de diferentes países dirigidos por Alejandro Portes y Bryan Roberts, dos prestigiosos sociólogos de la academia estadounidense que cuentan con una larga experiencia en proyectos de investigación de esta naturaleza y tienen la buena costumbre de involucrar en ellos a sus colegas latinoamericanos.

El libro incluye dos artículos a cargo de los directores del proyecto. El primero, introductorio, presenta una síntesis de los hallazgos de los estudios de caso, mientras que el segundo, conclusivo, se centra en el problema de la acción colectiva urbana. Entre un inicio fecundo en hipótesis y evidencias empíricas acerca de distintos aspectos del cambio en la vida urbana, y un cierre que problematiza las modalidades que asume la acción colectiva de los sectores populares como respuesta a estos cambios, el libro incluye seis estudios de caso: Buenos Aires, Río de Janeiro, Santiago, México DF, Lima y Montevideo. Al estar estructurados del mismo modo, permiten una visión panorámica y habilitan al lector a armar su propio recorrido comparativo entre ciudades a partir del recorte de los diferentes temas.

La síntesis inicial de Portes y Roberts, «La ciudad bajo el libre mercado», compara el patrón urbano que prevaleció durante el periodo de sustitución de importaciones con el que se consolidó bajo el neoliberalismo, que también es contrastado con los resultados ideales predichos por las teorías en boga durante los 90. El ejercicio comparativo llega a una conclusión general: el «éxito» del modelo –tal como lo señalara Karl Polanyi tiempo atrás– requiere del incremento de la desigualdad social. En todas las ciudades, salvo Santiago, la situación del empleo desmejoró notablemente entre 1980 y 2000 y se incrementaron el trabajo informal y el desempleo. En todas ellas, a excepción de Santiago, aumentó el porcentaje de población bajo la línea de pobreza, mientras que los indicadores de desigualdad se deterioraron, aunque con diferente intensidad en cada caso. E incluso la excepción tiene contracara: Santiago, el ejemplo más exitoso del experimento neoliberal, es, luego de Río de Janeiro, la segunda ciudad más desigual de la muestra. Y un último dato notable: en todas las ciudades, sin excepción, crecieron los niveles de criminalidad.

A continuación, el libro analiza las diferentes ciudades. En un breve recorrido por los rasgos más salientes de estos capítulos (que naturalmente impide captar la complejidad de cada análisis), se destaca, en el caso de Buenos Aires, a cargo de Marcela Cerrutti y Alejandro Grimson, su ubicación como el ejemplo más extremo de la región. Durante la etapa neoliberal, Argentina se destacó por la intensidad y la rapidez en la adopción de medidas de apertura externa, estabilización monetaria y desregulación económica, así como por el deterioro sufrido por el mercado de trabajo. La evidencia empírica confirma el incremento del desempleo, la pobreza y la desigualdad social, su relación con el crecimiento de la violencia urbana, todo esto en un contexto económico radicalmente diferente del de la etapa anterior: además de reducirse las oportunidades de empleo formal, las alternativas de refugio en sectores informales resultaron poco viables. Este análisis es seguido de sugerentes interpretaciones respecto de cómo la segregación espacial –producto de las mutaciones estructurales reseñadas– fue una condición que favoreció el surgimiento de movimientos sociales en los barrios.

«Río de Janeiro en el viraje hacia el nuevo siglo», de Licia Valladares, Edmond Préteceille, Bianca Freire-Medeiros y Filippina Chinelli, es probablemente el capítulo más controvertido del libro. En él, más que en cualquier otro, se discute y se somete a prueba la vinculación causal entre transformaciones urbanas recientes y la aplicación del modelo de libre mercado. Se sugiere que los cambios son consecuencia de procesos históricos de más larga data y se relativiza o complejiza –según la lectura de cada quien– la hipótesis general del libro. Igualmente llamativo resulta el rechazo a las interpretaciones clásicas acerca de la existencia de «dos Brasiles» o la tesis de «Belindia» (Bélgica y la India conviviendo en el mismo país): lejos de la oposición esquemática entre un Brasil moderno, formal y globalizado, y otro informal y excluido, los autores construyen la imagen de un Brasil complejo en el que, afirman, las clases medias vienen creciendo, numérica y económicamente.

«Santiago de Chile bajo la nueva economía», de Francisco Sabatini y Guillermo Wormald, ofrece un amplio y detallado diagnóstico sobre el cambio en la configuración urbana, caracterizado por una muy leve reducción de la primacía de Santiago, procesos de suburbanización de las clases medias altas y una mayor cercanía de los sectores populares a las áreas residenciales. Este acercamiento no implica sin embargo integración. Conceptos como «efecto gueto» o «malignidad» de la segregación describen la persistencia y la agudización de las grandes aglomeraciones de pobres. En un Santiago que parece haber sorteado exitosamente algunas de las peores trampas sociales del modelo, el análisis de la segregación espacial reintroduce la violencia de la desigualdad. La movilización social también adquiere rasgos distintivos en Santiago, por su pequeña escala y su objeto: según sostienen los autores, el único tipo de movilización organizada, persistente y masiva durante el periodo analizado estuvo vinculada al rechazo de los rellenos sanitarios; una forma de conflicto con dimensiones ambientales, más cercano a los países industrializados que a los que se observan en el resto de los países de la región.

Mariana Ariza y Juan Manuel Ramírez analizan el caso de México y concluyen que, a diferencia de lo que ocurrió durante prácticamente todo el siglo pasado, hoy predominan las tendencias desconcentradoras. Quizás sea este el rasgo más distintivo de este caso, aunque se trata de una desconcentración –hacia otras ciudades y polos regionales– que lleva también al crecimiento del área de influencia de la capital. Por su parte, los mercados de trabajo atravesaron cambios y vaivenes económicos y registraron, como principal transformación, un crecimiento de la precariedad laboral, en buena medida explicado por la expansión de los sectores informales urbanos. Pero, a diferencia de Argentina, en México el sector informal actuó en perfecta sincronía con los altibajos del mercado, lo que le permitió cobijar a quienes perdieron su empleo en los periodos recesivos. Al igual que en el resto de las ciudades analizadas, se incrementó la violencia en un clima de deterioro de las instituciones públicas, corrupción creciente y una notable falta de credibilidad de los poderes del Estado.

En «Lima, ‘Jardín de los senderos que se bifurcan’», Jaime Joseph A., Themis Castellanos, Omar Pereyra y Lissette Aliaga afirman que la ciudad analizada atravesó un doble proceso: mantuvo su centralidad y, al mismo tiempo, agudizó su fragmentación interna. Como en muchas otras ciudades latinoamericanas, el crecimiento económico de los 90 no se tradujo en mayor bienestar social y el proceso de desalarización –por la pérdida de empleos formales– contribuyó a la despolitización de los sectores populares. La fragmentación social se agudizó y el delito también se incrementó como expresión de la creciente polarización social. Sin embargo –y he aquí un punto distintivo–, los autores destacan que, entremezcladas con la violencia política de los 90, una innumerable cantidad de acciones delictivas sin contenido político fueron calificadas por el Estado como «actos terroristas». Frente a las dificultades de las fuerzas públicas para garantizar la seguridad en las barriadas más pobres, surgieron diferentes acciones populares poco respetuosas de los derechos humanos y destinadas a enfrentar el problema. En el final del capítulo, se reflexiona acerca del futuro de la democracia en una ciudad cuyo tamaño sigue aumentando, así como su complejidad en un clima de violencia y desconfianza social y política. Por su parte, Montevideo se destaca por su tradición igualitaria. En «La ciudad fragmentada. Respuesta de los sectores populares urbanos a las transformaciones del mercado y del territorio en Montevideo», Ruben Kaztman, Fernando Filgueira y Fernando Errandonea analizan las causas y múltiples consecuencias del incremento de la desigualdad en la capital uruguaya. Por un lado, elaboran hipótesis que articulan el crecimiento de la desigualdad social, la segregación y el delito urbano, básicamente en torno de la idea de la deprivación relativa y el aislamiento social. Y, por otro, exploran el modo en que las organizaciones vecinales logran contener a los sectores que resisten la desafiliación y buscan compensar –desde una base territorial– la declinación de la capacidad del mercado de trabajo para incluirlos y construir identidades. Es un estudio bien logrado, que describe cómo ciertos procesos intermedios funcionan como verdaderos articuladores entre las condiciones estructurales y las acciones individuales y colectivas. El capítulo final, de Portes y Roberts, evalúa los cambios y continuidades de la acción colectiva urbana de los sectores populares durante la última parte del siglo XX. Al igual que en la introducción, el periodo de sustitución de importaciones se contrapone con la etapa neoliberal. Los autores se concentran en explicar cómo y por qué los individuos de bajos ingresos se involucran en las acciones colectivas y de qué manera las experiencias anteriores y las instituciones heredadas de la etapa preneoliberal siguen teniendo relevancia. El ejercicio no solo recoge lo expuesto en los diferentes estudios de casos de ciudades, sino que ofrece una «pasada en limpio» para una nueva agenda de problemas para la región.

Ciudades latinoamericanas, en suma, constituye un aporte significativo para el balance de las consecuencias sociales y políticas del neoliberalismo en el desarrollo de la vida urbana en nuestra región. Los resultados, las conclusiones y los hallazgos que surgen de las diferentes investigaciones y de los análisis comparativos lo convierten en una referencia para quienes se interesan por el tema y hacen deseable la aparición de un nuevo volumen, que actualice las investigaciones en el nuevo contexto posneoliberal que vive América Latina.

Este artículo es copia fiel del publicado en la revista
ISSN: 0251-3552
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