«China puede aprovechar una posible salida de Estados Unidos del TPP»
diciembre 2016
China apuesta a estrechar sus lazos con América Latina y el Pacífico, mientras Trump planea retirarse del TPP.
Tras el triunfo de Donald Trump, China avanza en su contrapropuesta al Tratado Transpacífico: el Área de Libre Comercio para la región Asia Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés), que incluye a diversos países de América Latina. ¿En que consiste el tratado y que implicancias tendría para la región?
China tiene diversos mecanismos en marcha para asegurar sus relaciones de comercio en el Pacifico. El primero es el Acuerdo Comercial de Asia y el Pacífico (ACAP), conocido anteriormente como el Acuerdo de Bangkok. Fue firmado en 1975 entre China, Bangladesh, India, Laos, la República de Corea y Sri Lanka. Actualmente se encuentra en la cuarta ronda de negociaciones.
El segundo mecanismo comercial es el Area de Libre Comercio para Asia Pacifico, conformada por los 21 paises que integran el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés) y basada en tratados bilaterales de comercio. Hasta ahora, se llevan firmados diversos tratados con Chile y Peru, Colombia se encuentra en estudio, y hay acuedos plurilaterales con Japón, Corea y la Asociación Económica Regional Comprehensiva (RCEP, por sus siglas en inglés). El área se está construyendo a partir de acuerdos bilaterales que los demás países deberán complementar incluyendo a los similares entre sí.
Finalmente, se ha puesto en marcha un tercer mecanismo comercial. Es la Asociación Económica Regional Comprehensiva (RCEP, por sus siglas en inglés), un acuerdo económico mega-regional negociado entre los diez gobiernos de la ASEAN y sus seis socios del Área de Libre Comercio (ALC): Australia, China, India, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam.
China había sido excluida de la alianza de 12 países asociadas al TPP. Ahora, con la posibilidad de que ese acuerdo sea enterrado, el país asiático podría avanzar con su propuesta. Algunos se refieren a la posibilidad de que se establezca una guerra comercial entre Estados Unidos y China dado que la política de Trump podría afectar el comercio bilateral. ¿Ve esta posibilidad como cierta?
El FTAAP ya tiene en marcha convenios entre casi todos los países salvo los de América y Rusia. El anuncio de la posible retirada de Estados Unidos del TPP, llevó a que en la reunión del APEC en Lima, el presidente de China reafirmara su llamamiento a impulsar la construcción de un Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico. Con esto, quedaría una zona de 27 países en lugar de una de 12. China sería el único de la cuenca del Pacifico no incorporado con los que hay posible acuerdo Estados Unidos. La ventaja de este esquema es que no utiliza el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) como el mecanismo de resolución de controversias y no prorroga las marcas y patentes. En este sentido, es mucho más ventajoso para los países americanos. Asimismo, no se introducen temas de seguridad en el tratado.
El problema planteado por Trump no se vincula a la competencia por vender en el extranjero sino por dejar de comprar dentro de Estados Unidos. Es más probable que coloquen un arancel significativo para frenar las exportaciones de China y Mexico hacia Estados Unidos perjudicando, en última instancia, a las empresas trasnacionales que son las que establecieron el outsourcing (externalización) y los mecanismos de comercio bilateral que acabaron en tratados bilaterales de libre comercio. Lo formidable es que el descenso de la productividad en Estados Unidos fue lo que llevó al outsourcing y que éste, a su vez, requirió de aperturas comerciales para funcionar correctamente. Este proceso llevó a cambios institucionales con la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1992. Sin embargo, al no resultar funcional por la pérdida de control por parte de Estados Unidos, se desarrolló un nuevo esquema basado en los acuerdos bilaterales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN ) y los Tratados de Libre Comercio (TLCs). El remate es el Tratado Transpacífico (TPP) que constituye una acuerdo unilateral para beneficio, en primera instancia, de ellos mismos. Por lo tanto, lo importante será ver la reacción de las empresas multinacionales americanas.
La relación comercial entre China y América Latina ha registrado un crecimiento importante durante la última década. ¿Cuál es la situación actual y como se prevé el futuro con el cambio de gobierno de Estados Unidos pero también con los cambios políticos en la región?
Sam Wang del Council on Hemisferic Affairs de Washington afirma que, aunque América Latina no es tan estratégicamente importante para China como Asia Oriental o Europa, la cooperación entre ambos ha florecido en los últimos años. El principal factor que favorece la relación es la enorme demanda china de materias primas del exterior. América Latina satisface esta demanda a través de la exportación de petróleo, cobre, soja, oro y otros productos. En ocasiones, China compra los yacimientos, de modo que se convierte en productor de esos commodities asegurando su suministro. Además, las empresas de construcción chinas, puntales en el mundo gracias a décadas de auge económico, sufren un exceso de capacidad debido a la desaceleración del crecimiento económico chino. Esas empresas se han expandido al exterior para absorber el exceso de capacidad y América Latina se está convirtiendo en uno de sus principales destinos.
Una relación tensa entre Estados Unidos y China puede generar conflictos para la economía del gigante asiático. Apple, Ford y General Motors son algunas de las empresas norteamericanas vinculadas directamente al mercado chino. ¿Qué se puede suceder con ese mercado en el futuro teniendo en cuenta las políticas proteccionistas que plantea el nuevo presidente norteamericano?
El mercado de productos finales es menos importante que el mercado de partes y piezas que, en ocasiones, cruza las fronteras antes de que el producto final salga a la venta. Las fábricas de insumos industriales en China y México podrían sufrir un revés, pero quienes perderían serían General Motors, Ford y Chrysler que, dentro de Estados Unidos (que es su principal mercado) tendrían que subir sus precios sustancialmente –tanto si ponen aranceles a los insumos como si restringen el comercio–. El consumidor estadounidense se vería seriamente perjudicado.
Las represalias en China serán más sustantivas que en México, que trata a su enorme vecino del Norte con guantes de seda (como se apreció cuando el presidente invitó al candidato Trump a la casa de Gobierno durante su campaña). Es posible que China imponga una represalia y una demanda en la OMC.