Opinión

Vladímir Putin y la proscripción del socialismo en Rusia


mayo 2024

El 5 de abril el Movimiento Socialista Ruso fue tachado de «agente extranjero» y proscripto. Aunque la política antiizquierdista de Vladímir Putin es conocida, es la primera vez que las autoridades rusas prohíben la existencia de una organización socialista. En este artículo, tres miembros del movimiento explican la situación actual y analizan los desafíos que implica el contexto represivo.

<p>Vladímir Putin y la proscripción del socialismo en Rusia</p>

El 5 de abril de 2024, el Movimiento Socialista Ruso (MSR) fue declarado como «agente extranjero». Esta decisión se transformó en un precedente, ya que por primera vez las autoridades rusas prohibieron de hecho una organización de izquierda: es bastante evidente que la ley opresiva y antidemocrática de Putin elimina cualquier oportunidad para la actividad política bajo ese nombre. Sin embargo, si vemos el estatus de agente extranjero como una suerte de reconocimiento por parte del régimen, la decisión está bien merecida. Durante sus 13 años de existencia, el MSR se opuso sistemáticamente a la agresión militar, la dictadura y la privación de derechos de la mayoría trabajadora. El equipo de la plataforma socialista Posle.media habló con integrantes de la organización para trazar las etapas de su evolución, que en muchos aspectos refleja la historia política de Rusia en la última década.

Ilya Budraitskis, filósofo político e historiador

El congreso fundador del MSR se llevó a cabo en la primavera de 2011. Fue un poco antes de los acontecimientos políticos decisivos que cambiarían el curso de la historia del país: Vladímir Putin anunciaba su retorno a la Presidencia en septiembre y en diciembre comenzaban en Moscú las protestas de la Plaza Bolotnaya. Es emblemático que el congreso de la nueva organización que reunía a varios grupos socialistas en uno fuese organizado por el Centro Sájarov, que finalmente sería clausurado por las autoridades.

El manifiesto del MSR, que fue adoptado en el congreso, establecía lo siguiente: «la izquierda rusa se ha encontrado en una situación (…) de profundización de la crisis del sistema político, de demanda creciente de una alternativa política que atraviesa toda la sociedad». Por lo tanto, el grupo recientemente creado no reclamaba la posesión exclusiva de un verdadero programa revolucionario, ni veía su construcción organizativa como un fin en sí mismo. Nuestro objetivo era iniciar el proceso de creación de una amplia coalición de izquierda, que en el futuro se convertirá en un polo socialista independiente de un amplio movimiento de oposición. Lo que siguió demostró que este análisis era válido.

El MSR estuvo representado por una enorme columna en la primera protesta masiva en la Plaza Bolotnaya el 10 de diciembre de 2011, y una edición especial de nuestro periódico se agotó en minutos. En los meses siguientes, el MSR participó activamente en todos los acontecimientos claves del movimiento de protesta en desarrollo: integrantes de la organización hablaban en las concentraciones en Moscú y San Petersburgo; imprimimos un diario durante las dos semanas del famoso «Occupy Abai», participamos en la elecciones para el Consejo de Coordinación de la Oposición, y hasta hicimos incursiones activistas en manifestaciones en apoyo de Putin (a las que asistían entonces, como lo hacen ahora, en su mayoría empleados del sector público obligados a participar). La composición de nuestra organización cambió mucho durante aquella época: tras las protestas se unieron muchos nuevos camaradas, mientras que otros antiguos renunciaron, no convencidos de las tácticas de participación activa en los movimientos democráticos de masas. Nuestra postura de que la lucha por el cambio social es inseparable de la lucha por los derechos democráticos básicos ya entonces se distinguía del contexto de grupos estalinistas y dogmáticos que subestimaban el riesgo de sucumbir a una abierta dictadura.

Luego de la anexión de Crimea y el involucramiento ruso en el Donbás, el MSR inequívocamente se opuso al juego imperial del régimen de Putin, cuyas víctimas no eran solo ucranianos sino también la población rusa común. En la manifestación en Moscú contra la guerra en la primavera de 2014, la columna del MSR marchó bajo un estandarte que decía «La gente siempre paga por la guerra»: un eslogan que suena aún más cierto en la actualidad, en el tercer año de una guerra a gran escala que ha reclamado cientos de miles de vidas. En 2014-2015, mientras las autoridades azuzaban la histeria chovinista, el MSR no tuvo miedo de ir contra la corriente y continuó repitiendo su mensaje: «El principal enemigo está en el Kremlin».

Kirill Medvedev, poeta, traductor y músico

El año 2017 marcó un giro municipal y electoral para el MSR. Participamos en las elecciones municipales de Moscú en 2017 y nos unimos a la campaña de Sergei Tsukasov para la Duma de la Ciudad de Moscú. Tsukasov, un demócrata de izquierda con muchos años de experiencia en la política local, era en ese momento jefe del consejo local de Ostánkino, controlado por la oposición. Sergei tenía el apoyo del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) y grandes chances de ganar, razón por la cual, justo el día anterior a la votación, fue removido de la competencia por motivos falsos. Organizamos grandes manifestaciones en Moscú para demandar que él y otros candidatos de la oposición retirados de la contienda electoral fuesen rehabilitados. Finalmente, la agrupación de Sergei dio su apoyo al candidato del Partido Yabloko, que convirtió estos esfuerzos reunidos en una victoria sobre el opositor apoyado por el gobierno. Este fue un buen ejemplo de cooperación intraoposición en el distrito. Desde entonces, venimos participando en acciones locales de activismo en Ostánkino.

En 2021, nos unimos a la campaña de Mikhail Lobanov para la Duma de la Ciudad de Moscú. Nuestros militantes participaban en una variedad de acciones, desde preparar la agenda de actividades y editar periódicos locales hasta trabajo de campo. La campaña de Lobanov demostró que un socialista que reunía a varias personas de ideas similares en su campaña podía convertirse en un líder que uniera a la oposición en general en un distrito grande con una población de un millón de habitantes. Trabajamos con otros políticos de izquierda, como Vitaly Bovar en San Petersburgo, y presentamos a nuestros propios candidatos, por ejemplo, Kirill Shumikhin en Izhevsk. En 2022, apoyamos la iniciativa Vydvizhenie [Nominación].

Las elecciones son una oportunidad para trabajar en un proyecto con un cronograma y resultados alcanzables. Es una experiencia necesaria para los grupos de izquierda, que con frecuencia operan en modo reactivo, de emergencia, tratando de responder a las iniciativas bien planeadas y financiadas de las autoridades. Además, las elecciones son una oportunidad para ponerse en contacto con ciudadanos que, a pesar de la despolitización masiva, tienen mucha más confianza e interés en alguien que se postula para el gobierno y en su comité de campaña que en activistas externos cuyos objetivos y motivos son a menudo percibidos como ambiguos y sospechosos.

Convertirse en un político público, postularse a elecciones y luchar para representar al pueblo es una decisión personal, una seria elección de vida que es usualmente irreversible. Las organizaciones de izquierda rusas casi nunca producen políticos. La gente se une en busca de algo más: una identidad de grupo, una lucha colectiva por un programa revolucionario grandioso. Las grandes expectativas, en ausencia de los medios adecuados, conducen a menudo al agotamiento y la decepción.

Por eso es tan importante que los políticos de izquierda, que tienen experiencia práctica en elecciones y medios, trabajen junto con grupos activistas, que tienen horizontes teóricos, históricos e ideológicos. Las elecciones son la plataforma principal para una colaboración de ese tipo, y son algo que seguiremos haciendo de una forma u otra, pero por supuesto, no son un fin en sí mismo. El resultado debería ser la formación de un medio compartido y, en última instancia, de una organización que una a políticos, activistas y expertos; aquellos que se beneficiaron con la cooperación con el PCFR y aquellos que siempre estuvieron decididos a crear una infraestructura de izquierda alternativa. La guerra a gran escala trastornó muchos planes, pero también aceleró la consolidación de fuerzas de izquierda saludables –antibélicas y democráticas–. El MSR siempre ha estado a la vanguardia de este proceso y ahora juega un papel especial en él.

Sasha Davydova, activista del MSR

El día que comenzó la invasión en gran escala a Ucrania, los integrantes del MSR salieron a las calles para protestar por la guerra. Recuerdo con qué rapidez imprimimos panfletos y los repartimos en las calles y permanecimos en piquetes solitarios. Algunos fueron detenidos. Hoy no hay protestas, pero incluso ese día ya era obvio que la guerra era un punto de inflexión radical. Los cambios políticos en el sistema pusieron cualquier acción política organizada en un marco más represivo que nunca.

Nos vimos forzados a adaptarnos a la nueva realidad de una legislación de tiempos de guerra, dentro de la cual teníamos que existir. Desde el 24 de febrero, nuestras prioridades pasaron a ser garantizar la seguridad, no comprometer a nuestros camaradas y preservar nuestra organización. Surgió la cuestión de cómo actuar, pero el MRS permaneció fiel a sí mismo durante la guerra. Integrantes y participantes del movimiento eligieron abandonar Rusia o no hacerlo, pero la mayoría de ellos permaneció en la militancia.

El MSR ha crecido como un medio de la izquierda desde 2022, y nuestra agenda también se ha expandido. Comenzamos a pensar y a hablar sobre la decolonialidad con más frecuencia, en un intento de llevar el discurso dentro de la oposición en su totalidad hacia la izquierda. Continuamos con nuestros esfuerzos en el ámbito sindical y apoyamos a sindicatos independientes. Nuestros militantes han hecho escuchar sus voces para impulsar la agenda social feminista: hemos creado un fanzine sobre la maternidad, organizado acciones contra la violencia de género y hecho campañas contra los ataques conservadores a la autonomía corporal de las mujeres. En la esfera educativa, el MSR realizó talleres para simpatizantes y organizó grupos de lectura. Hemos hecho todo lo posible por no permanecer aislados ni encerrados en nosotros mismos, apuntando en cambio a desplazar el discurso opositor hacia un democratismo de izquierda. Así, nos hemos manifestado sobre la flagrante inequidad, escribiendo sobre huelgas y violaciones a los derechos laborales y llevando adelante campañas contra la violencia de la ultraderecha, entre otras acciones.

También hubo alianzas horizontales en diferentes ciudades con otras iniciativas y organizaciones por temas como la recaudación de fondos para mujeres y prisioneros rusos o el envío de cartas a prisioneros políticos. En San Petersburgo, seguimos participando en campañas contra la gentrificación y el desarrollo inmobiliario en zonas verdes.

El MSR ha construido lazos internacionales de solidaridad con organizaciones de izquierda en el extranjero. Fuera de Rusia, los activistas pudieron permitirse participar abiertamente en manifestaciones con consignas antiimperialistas, alinearse con los sindicatos el 1° de Mayo y organizar concentraciones antifascistas y acciones solidarias con prisioneros políticos rusos.

Pero fue la campaña Mundo Justo durante las «elecciones» presidenciales la que acarreó la venganza en forma de estatus de «agente extranjero». Fue al mismo tiempo una campaña contra todos los candidatos y un programa socialista de mínima que unió a la izquierda en una coalición (y la unificación de la izquierda es un éxito en sí mismo). La campaña por un mundo justo combinó acción política legal y una campaña activa en el terreno que evitaron el error de legitimar las así llamadas elecciones, que fueron completamente orquestadas por el Kremlin. Creo que sus resultados demuestran que nuestra posición resultó ser la mejor disponible, porque apostar por uno de los falsos candidatos (en particular, Davankov) nunca podría ser una expresión de protesta. La campaña Mundo Justo se trataba de unir y politizar las voces de aquellos que reclaman paz, igualdad y justicia. Este potencial no se perderá.

 

Nota: la versión original de este artículo en inglés se publicó en Links el 03/05/2024 y está disponible aquíTraducción: María Alejandra Cucchi

 

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