Opinión
marzo 2018

La socialdemocracia alemana: entre la responsabilidad cívica y la renovación interna

El Partido Socialdemócrata Alemán apostó por ingresar en la gran coalición con Merkel. El pacto garantiza estabilidad para el país y promueve una visión europeísta. A pesar de la gran coalición, los procesos de renovación del partido siguen en pie. A fines de abril, el SPD votará por una nueva persona para presidir el partido durante los próximos años. Andrea Nahles, la candidata favorita, plantea un distanciamiento del gobierno de Merkel.

<p>La socialdemocracia alemana: entre la responsabilidad cívica y la renovación interna</p>

Después de meses muy movidos en Alemania, el Partido Socialdemócrata (SPD) ha votado en unas elecciones internas que debían definir la formación de una nueva gran coalición con los partidos conservadores (CDU y CSU). Y ha ganado el “sí”. Esta decisión supone el desarrollo de una estabilidad política importante para los próximos tres años y medio, hasta las elecciones parlamentarias de 2021. El contrato de coalición contiene una visión proeuropea y establece una agenda para la profundización de la gobernanza europea, sobre todo en políticas económicas, fiscales y financieras. Dada la coyuntura económica positiva de Alemania, el futuro gobierno también dispondrá de bastantes recursos para inversiones en el sistema de salud, educación e infraestructuras públicas. Para responder al crecimiento de la extrema derecha, que por primera vez en la época postguerra logra representación parlamentaria a través de un partido (AfD), se creará un “ministerio por la patria”, que apoyaría a regiones desfavorecidas. De esta iniciativa se espera una línea más clara para reglamentar la migración –de refugiados pero también otros grupos– y la integración de los migrantes en la sociedad y el mercado laboral alemán.

Más allá de la estabilidad institucional, existen algunos riesgos de mediano y largo plazo. La renovada coalición en el centro confirma de manera involuntaria la tesis de una “elite política desconectada” de la población. Es muy probable que esta constelación favorezca los argumentos de los actores radicales, tanto del partido racista en el parlamento (AfD) como de los nuevos movimientos de extrema derecha en la calle (Pegida). Resta ver si la izquierda también tiene capacidades movilizadoras, pero hay que constatar que durante los últimos años ese no ha sido el caso del partido Die Linke. Aparte de la radicalización de los votos, incluso hay un riesgo para la misma democracia en Alemania. En una cultura política marcada por una tendencia hacia el “consenso pragmático” hay poco espacio para la formación ideológica de los partidos grandes. Los últimos quince años han sido dominados por la figura de Merkel, que encarna un liderazgo que algunos expertos han denominado como “post-ideológico”. Esta tendencia tecnocrática, acumulada en la subordinación de la democracia al capitalismo global durante los años de crisis financiera y económica, también ha llevado a una deslegitimación de la misma democracia representativa.

Estabilidad para Alemania, pero solo a corto plazo

Para el SPD el dilema ha sido decidirse entre la “responsabilidad cívica” por Alemania y la renovación del partido a nivel de personas, programa y perfil. Se ha sacrificado por su país, pero esto puede significar la continuidad de la “crónica de una muerte anunciada”. Desde los años 90, al igual que en otros partidos socialistas en Europa, en el SPD ha dominado la orientación a un imaginado “centro” político. Con este giro, se han ganado algunas elecciones pero poco a poco se ha ido perdiendo un perfil propio frente a los partidos conservadores y liberales, que también han optado por vías similares. En Alemania, con las reformas de Schröder en el mercado laboral, se quebró la alianza estratégica con los sindicatos, un hecho que favoreció la creación del partido Die Linke. Hoy en día, al igual que en muchos países europeos, los partidos y actores progresistas están fragmentados y parece muy difícil volver a formar coaliciones entre ellos a nivel nacional en el corto plazo.

Para el SPD –aunque sea parte del gobierno de Merkel– queda el reto de la renovación profunda para crear de nuevo un partido que funcione como plataforma para diferentes grupos y actores de la sociedad alemana. Esto incluye el análisis de los errores del pasado, en el que se puedan discutir los grandes problemas y transformaciones que están viviendo las poblaciones en Europa: la migración, el cambio climático, el creciente capitalismo digital y el futuro del empleo. Para enfrentar estos retos, más allá de la orientación en políticas públicas que ha marcado los años de las grandes coaliciones, hace falta un cambio paradigmático de una cultura política transaccional hacia una verdadera visión transformadora para la sociedad. Sería adecuado y necesario romper con la orientación al centro y construir un perfil progresista, con visiones y narrativas alternativas a la Alemania de Merkel.

Los partidos se preparan para la era post-Merkel. ¿Y qué hace el SPD?

Poco a poco la era merkeliana se está acabando. Su modelo “post-ideológico” parece cada vez más agotado, tal como lo demuestran las luchas internas en los grandes partidos por renovación ideológica (tanto en el CDU como en el SPD), y los intentos de las demás formaciones políticas de posicionarse frente al centrismo de la gran coalición. En este momento, muchas figuras nuevas están ingresando a la esfera pública. En casi todos los partidos se puede observar una brecha entre las diferentes generaciones. La juventud del SPD – los Jusos – había hecho campaña por el “no” a la gran coalición, apostando por la renovación necesaria para la supervivencia del partido de largo plazo. Durante esa campaña, el SPD ganó unos 25.000 miembros nuevos – hay algunas similitudes con el caso de la renovación del Labour Party de Gran Bretaña bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn –. Esto evidenció una tendencia muy interesante en el contexto de poblaciones supuestamente despolitizadas. La pregunta, ahora, es cómo mantener en la generación joven ese entusiasmo por un partido más democrático y a la altura de nuestros tiempos. A fines de abril, el SPD votará por una nueva persona para presidir el partido durante los próximos años. La candidata favorita es, hasta ahora, Andrea Nahles, quien ha dejado su puesto de ministra para tomarse en serio el distanciamiento del gobierno de Merkel y la renovación del partido, sobre todo a través de su posición como jefa de la bancada socialdemócrata en el parlamento alemán.



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