Flores bajo el hierro: un feminismo resistente en una Rusia en guerra
septiembre 2025
En medio de la censura, la militarización y la represión política que se intensificaron desde la invasión a Ucrania, colectivos de mujeres rusas sostienen formas de resistencia basadas en el cuidado, la solidaridad y la horizontalidad. Sin jerarquías ni reconocimiento oficial, crean redes de apoyo que desafían la guerra, defienden derechos y mantienen viva la sociedad civil en condiciones extremas.
Las reglas de la vida cotidiana en Rusia cambiaron drásticamente desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. El aparato represivo se aceleró y se volvió más severo. Casi no queda espacio para criticar al gobierno, participar en la defensa de los derechos humanos o expresar opiniones feministas. En Rusia se registran detenciones, interrogatorios, allanamientos y arrestos por motivos políticos casi a diario, tanto de activistas como de ciudadanas comunes. Numerosas personas son despedidas, detenidas o encarceladas por hacer declaraciones contra la guerra, participar en protestas pacíficas o publicar en internet opiniones impopulares. Al momento de escribir este artículo, hay 3.861 personas con procesos penales penales por motivos políticos. Al mismo tiempo, la sociedad se ha militarizado cada vez más, en buena medida como consecuencia de los relatos promovidos por el gobierno, los medios proestatales, la política familiar y el sistema educativo. Esto incluye clases escolares obligatorias denominadas «Conversaciones sobre cosas importantes», que justifican la guerra y suelen ser dictadas por veteranos. En ese marco, también se ha reforzado el control sobre la esfera reproductiva.
En un contexto como este, las iniciativas de mujeres de base cobran especial importancia. Es difícil evaluar si representan un movimiento masivo o si cuentan con recursos significativos para impulsar un cambio de sistema en el país. Sin embargo, siguen trabajando a pesar de la censura, la presión, la amenaza de persecución penal y la falta de financiación.
Definimos las iniciativas de mujeres de base como colectivos no gubernamentales, no jerárquicos y, a menudo, informales, que funcionan de forma autónoma —tanto en línea como fuera de ella—, a escala local o en red. Las une su foco en la ayuda a mujeres, la atención a las experiencias de violencia y el rechazo de la agenda oficial del Estado, así como una perspectiva feminista o antibélica que no siempre se manifiesta explícitamente. Dadas las condiciones actuales, estos grupos suelen cuidar el lenguaje y adoptar modos relativamente seguros para mantenerse fuera del radar de las fuerzas de seguridad. Aun así, su mensaje resulta legible para quienes buscan acceder a él. Estos grupos no están registrados oficialmente ni reciben financiación estatal. De hecho, en ocasiones no reciben financiación alguna. Trabajan de forma anónima o semilegal.
Algunas de estas iniciativas surgieron en Rusia mucho antes de la guerra, como parte de un movimiento feminista que fue avanzando lenta y activamente en medio de la vulnerabilidad. Otras surgieron tras el inicio de la invasión, con una rápida reacción a la violencia, la anarquía y la destrucción crecientes. A diferencia del activismo progubernamental de mujeres, que se centra en la demografía, la militarización y el apoyo a los «valores tradicionales», las iniciativas de base abordan los problemas reales que enfrentan las mujeres en una nación en guerra.
¿En qué ha cambiado la situación de estas iniciativas desde 2022? ¿Qué tipo de trabajos realizan? ¿Cuáles son los riesgos a los que se enfrentan y por qué su experiencia es importante para el futuro de la sociedad civil en Rusia? Nuestro objetivo no es ofrecer una visión exhaustiva, sino mostrar cómo, contra todas las adversidades, las comunidades en diferentes regiones de Rusia siguen existiendo y evolucionando, protegiendo a las mujeres y a otros grupos vulnerables.
Respuesta a la invasión
Ya antes de 2022 existía un activo movimiento feminista en Rusia. En todo el país operaban grupos feministas. Según la organización feminista rusa Ona (Ella), en 2021 se hicieron actividades feministas en 45 ciudades importantes fuera de Moscú y San Petersburgo.
Las campañas en apoyo a las hermanas Kachaturyan (tres hermanas Khachaturyan que mataron a su padre tras años de abusos), el impulso para una ley de violencia doméstica y el caso de Yulia Tsvetkova, perseguida por su activismo LGBTI+, han tenido amplia publicidad. Las feministas también se opusieron a los intentos de restringir el acceso al aborto. En San Petersburgo, Novosibirsk, Cheliábinsk y otras ciudades, distintas mujeres protagonizaron piquetes y campañas públicas con lemas como «Mi cuerpo, mi decisión» y «Si no eres tú quien da a luz, no puedes decidir». Hubo proyectos a gran escala y ONG dedicadas a ayudar a las mujeres afectadas, como Nasiliu.net (No a la Violencia), el Consorcio de Organizaciones No Gubernamentales de Mujeres y Syostry (Hermanas). También se desarrollaron iniciativas locales más pequeñas, como las encarnadas por Rebra Yevy (Las Costillas de Eva) en San Petersburgo y un grupo feminista en la ciudad de Astracán. Casi todas las universidades regionales vieron surgir grupos o páginas públicas feministas (por ejemplo, FemKubanka en la Universidad Estatal de Kubán y FemIrGU en la Universidad Estatal de Irkutsk). Estos grupos organizaron actividades de divulgación, clubes de lectura, muestras y festivales como Ne Vinovata (No Culpable) y la Moscow FemFest.
Si bien la guerra cambió radicalmente las condiciones de trabajo, no supuso un inicio; fue más bien un momento de transformación para un campo ya establecido.
En los meses posteriores a la invasión de Ucrania, las protestas contra la guerra en Rusia seguían siendo públicas. A pesar de la creciente represión, se produjeron piquetes y manifestaciones callejeras y se distribuyeron pegatinas y folletos contra la guerra en todo el país. Las iniciativas de mujeres de base fueron una de las pocas formas resilientes de resistencia, tanto las ya existentes como las que surgieron en respuesta a los nuevos acontecimientos. Estas iniciativas asumieron la coordinación de las acciones, la ayuda mutua y el desarrollo de un lenguaje de resistencia. Su trabajo definió en gran medida el rostro de la protesta contra la guerra, en particular los aspectos basados en la horizontalidad, la descentralización y la vulnerabilidad, así como una notable resiliencia.
Feministas contra la guerra
La Resistencia Feminista Antibélica (FAS, por su sigla en ruso romanizada) surgió a finales de febrero de 2022 en respuesta a la guerra y la creciente militarización. La red se basaba en nexos sociales preexistentes entre activistas feministas de todo el país. El segundo día de la invasión, un grupo de mujeres activistas publicaron el Manifiesto de Resistencia Feminista Antibélica, que instaba a las mujeres a unirse en la lucha por la paz. Activistas de todo el mundo lo tradujeron de inmediato a 30 idiomas. La FAS lanzó una campaña abierta de Mujeres de Negro, durante la cual las mujeres organizaron piquetes individuales por todo el país en los que exigían el fin de la guerra. Las integrantes del movimiento se unieron a protestas masivas, organizaron las suyas propias y repartieron folletos.
En abril de 2022 aparecieron informes que afirmaban que en Mariupol habían muerto al menos 5.000 civiles y que los cuerpos estaban siendo enterrados frente a edificios residenciales. Como respuesta, las activistas de la FAS organizaron la Campaña Conmemorativa Mariupol 5000, en la que se instalaron lápidas simbólicas en jardines residenciales de ciudades rusas. El objetivo del evento era desviar la atención pública del militarismo emocional perpetuado por la propaganda del gobierno hacia el trágico destino de los civiles. Con el mismo objetivo en mente, durante dos años la FAS publicó el periódico Zhenskaya Pravda [La verdad de las mujeres].
Mientras tanto, las activistas creaban una infraestructura horizontal mediante la organización de canales de ayuda mutua, la compilación de bases de datos para apoyo legal y psicológico, la elaboración de guías de seguridad digital y plantillas para cartas y peticiones, así como la creación de chats privados y seguros para la coordinación. Las integrantes formaron pequeñas células autónomas en Rusia y en el extranjero. Adaptaron los materiales a sus contextos locales y actuaron de forma independiente.
Para el verano de 2022, la represión se había intensificado y las detenciones masivas, los interrogatorios y los allanamientos se convirtieron en algo habitual. Algunas activistas de la FAS se vieron obligadas a abandonar el país, mientras que otras continuaron su trabajo en la clandestinidad. Para diciembre de 2022, el gobierno ruso comenzó a percibir las iniciativas feministas como una fuerza política organizada, y posteriormente calificó a la FAS de agente extranjero: una condición discriminatoria aplicada a organizaciones o personas que, según el gobierno, reciben financiación del exterior o se encuentran bajo influencia extranjera.
En abril de 2024, un año y medio después, la FAS fue agregada a la lista de «organizaciones indeseables». El gobierno declaró que las actividades de la iniciativa amenazaban el orden constitucional, la capacidad de defensa o la seguridad del país, y prohibió todo trabajo en la FAS y apoyo a la organización dentro de Rusia.
Hoy en día, la FAS es una amplia red descentralizada de 22 células activas que abarcan desde Corea del Sur hasta Estados Unidos, así como una comunidad de mujeres participantes dentro y fuera de Rusia. Esta estructura en red permite que el movimiento se mantenga resiliente y continúe su trabajo bajo la censura y la represión. Las activistas se unen para protestas locales, apoyo mutuo, defensa de los derechos humanos y campañas publicitarias. Un claro ejemplo de este tipo de coordinación es la campaña #передано_из_россии (transmitido_desde_rusia), lanzada en marzo de 2024. Tuvo lugar durante las elecciones presidenciales e incluyó a participantes de diversos países que se congregaron frente a los locales de votación instalados en consulados y embajadas de Rusia en otros países. Sostenían carteles con frases de gente que vivía en Rusia, palabras que esa gente no podía pronunciar en público en su país. Este estilo de protesta también se empleó durante las conmemoraciones del 8 y 9 de mayo y el 17 de noviembre (tras la muerte de Alekséi Navalny), así como durante las marchas del Orgullo LGBTI+. La campaña se convirtió en una forma de expresión colectiva y un espacio de solidaridad.
Movimiento de Familiares de los Soldados Movilizados
Al hablar de la resistencia de las mujeres al inicio de la guerra, es importante reconocer las protestas de las esposas y madres de las tropas movilizadas, que comenzaron tras la «movilización parcial de reservistas militares» declarada por Rusia en septiembre de 2022. Estas protestas no surgieron como parte de un movimiento feminista organizado. Más bien, fueron esfuerzos espontáneos y de base de mujeres que se enfrentaron a la violencia estatal en la forma más personal: el reclutamiento de sus seres queridos. A pesar de carecer de recursos, instituciones o cualquier infraestructura de «oposición», lograron crear grupos de ayuda mutua, desarrollar un lenguaje de expresión pública y defender su derecho a la solidaridad. Este ha sido uno de los ejemplos más notables de activismo de base de mujeres surgido durante la guerra. Desde el otoño de 2022, mujeres de todo el país han organizado piquetes, grabado llamamientos por video y saliendo a las calles para exigir que regresen a casa sus seres queridos.
Las protestas en Daguestán y Yakutia fueron masivas y congregaron hasta 1.500 personas. Las fuerzas de seguridad respondieron con una dura represión. Por ejemplo, el 25 de septiembre de 2022, la Policía y la Guardia Nacional dispersaron en Majachkalá una manifestación liderada principalmente por mujeres. La Policía utilizó gas lacrimógeno contra las manifestantes y muchas de ellas fueron introducidas a la rastra en los furgones policiales. Sin embargo, las mujeres volvieron a las calles al día siguiente y la protesta fue reprimida una vez más. Organizaciones de derechos humanos informaron que al menos 250 personas, entre ellas periodistas que cubrían lo sucedido, fueron detenidas en Majachkalá en esos dos días. En Yakutia fueron movilizados unos 6.000 varones de una población masculina total de 400.000. Las manifestantes denunciaron el genocidio de los pueblos indígenas y señalaron las fallas en la oficina de reclutamiento y la distribución desigual de las convocatorias en todo el país. Fuerzas de seguridad de Moscú fueron enviadas a la región para reprimir las manifestaciones.
Durante este periodo, las mujeres que protestaban denunciaron problemas como la falta de entrenamiento de los soldados movilizados, la escasez de uniformes y suministros médicos, la falta de rotación en zonas de combate, la firma forzada de contratos y la movilización ilegal. También expresaron su preocupación por los conscriptos que fueron enviados al frente y exigieron negociaciones de paz con Ucrania. Las protestas se vieron impulsadas por la preocupación por los familiares movilizados, así como por la mayor dependencia económica de las mujeres respecto a los hombres en regiones como Daguestán, Kabardino-Balkaria y Yakutia. La desigual e intensa movilización de reclutas de estas zonas a menudo dejó a las familias sin quien las sustentara o sin medios para sobrevivir.
En el Día de la Madre celebrado en noviembre de 2022, la FAS, junto con las madres de los movilizados, lanzó una campaña exigiendo la retirada de las tropas de Ucrania y el regreso de los hombres. Reunió más de 100.000 firmas en unos pocos días.
Con el tiempo, las protestas espontáneas de mujeres comenzaron a tomar formas más organizadas. Surgieron iniciativas independientes que coordinaban las acciones de las activistas, como el Consejo de Madres y Esposas y Put’ Domoy (Camino a Casa). Publicaron manifiestos y peticiones, y organizaron eventos y flash mobs. En noviembre de 2023, activistas de Camino a Casa crearon una petición contra la «esclavitud legalizada» y la «movilización indefinida de reservistas militares». También organizaron una flash mob durante la cual colocaron adhesivos en los coches que decían «Vерните muмужа, я Zа#балась» (¡Estoy harta, devuélvanme a mi marido!).
Las autoridades respondieron con dureza a las protestas. Negaron el permiso para las manifestaciones, detuvieron a las participantes, bloquearon grupos y publicaciones en redes sociales y presionaron a los hombres cuyas esposas participaban en las protestas. Sin embargo, las mujeres persistieron. Organizaron eventos semanales, como colocar flores en la Tumba al Soldado Desconocido, cerca del Kremlin, y realizar sentadas frente al Ministerio de Defensa.
A principios de 2024, la actividad de protesta entre los familiares de los movilizados había disminuido. El Consejo de Madres y Esposas y Camino a Casa fueron etiquetados como «agentes extranjeros» y obligados a cesar sus actividades públicas. A principios de 2025, Olga Tsukanova, fundadora del Consejo de Madres y Esposas, fue arrestada por presunto incumplimiento de las obligaciones que le corresponden como «agente extranjera». Actualmente se encuentra en prisión preventiva y podría ser condenada a una pena de hasta dos años de prisión.
Sin embargo, la experiencia en autoorganización no ha desaparecido. Muchas participantes del movimiento de desmovilización continúan su labor mediante actividades menos visibles. Estas incluyen el apoyo a las familias de los hombres movilizados, la participación en el trabajo de derechos humanos, el voluntariado y el apoyo a otras iniciativas. A través de la experiencia personal, la solidaridad espontánea y el apoyo mutuo, se están sentando las bases para un movimiento de mujeres resiliente y de base, capaz de operar incluso dentro de un régimen cerrado, militarizado y represivo.
Ejército de bellezas
El Ejército de Bellezas es una iniciativa comunitaria liderada por mujeres que surgió en 2022 y fue creada por Nadine Geisler, cuyo verdadero nombre es Nadezhda Rossinskaya, fotógrafa y florista de Bélgorod. Al estallar la guerra, convirtió su apartamento en un albergue para refugiados ucranianos, que posteriormente transformó en un centro de ayuda humanitaria.
En aquella época, había muchos grupos de voluntarias en Bélgorod, pero la mayoría se centraba en ayudar a los militares. En cambio, el Ejército de las Bellezas ponía el foco en ayudar a los refugiados y a quienes permanecían en zonas afectadas por la guerra. A pesar de operar sin apoyo institucional y bajo la constante amenaza de persecución, Geisler y sus camaradas mujeres evacuaron a personas de las regiones fronterizas, distribuyeron ayuda humanitaria y organizaron un alojamiento temporal.
Las actividades del grupo no pasaron inadvertidas para las autoridades. En febrero de 2024, Geisler fue arrestada y acusada de alta traición. En junio de 2025 fue condenada a 22 años de prisión en una colonia penitenciaria.
Iniciativas locales
Desde 2022, pequeños grupos feministas han continuado su trabajo o han surgido en diversas regiones de Rusia. Aunque estas iniciativas rara vez reciben atención de los medios, son parte integral del entramado resiliente de la resistencia. No las une una ideología común, sino una práctica común: proteger a las personas vulnerables, trabajar con el trauma y oponerse firmemente a la militarización y la violencia.
El grupo feminista Feminitiv.Kaliningrad opera aisladamente en la región del enclave de Kaliningrado. Sus integrantes organizan actividades educativas, proyecciones de películas y conferencias. También crean espacios seguros para debatir temas del feminismo, violencia, derechos reproductivos y salud mental. El grupo ofrece sesiones de terapia gratuitas con psicólogos voluntarios de forma individual. A pesar de sus limitados recursos y los constantes riesgos, apoyan las protestas solidarias locales y se conectan activamente con el público más joven.
Solidaridad de Mujeres surgió de la comunidad anarquista de la ciudad de Irkutsk. Las activistas organizan conciertos de música punk e investigan casos de abuso en colonias penitenciarias para mujeres. También colaboran con organizaciones de derechos humanos y centros de crisis. Colaboran con iniciativas lideradas por madres de reclusos, brindan asistencia legal, distribuyen ayuda humanitaria y participan en actividades antimilitaristas. Gracias a su estructura horizontal y a sus fuertes vínculos con otras organizaciones de izquierda y de derechos humanos, el grupo se mantiene activo incluso bajo una creciente presión.
Las activistas feministas de Cheliábinsk organizan círculos de debate y encuentros temáticos. Forman una red de conexiones horizontales bajo el nombre colectivo ¡Shenshina Moshet! (¡Una mujer sí puede!). Estos grupos suelen ser informales y funcionan basándose en las relaciones personales, la coordinación situacional y la confianza mutua. Se centran en brindar apoyo mutuo, procesar experiencias de violencia y trauma, y organizar debates, picnics feministas, proyecciones de películas y actividades solidarias.
El medio de comunicación feminista Ogon’ (Fuego) funciona en Krasnodar. Un pequeño equipo de mujeres activistas produce contenido y organiza eventos para construir una comunidad segura y solidaria para las mujeres.
Estos grupos pueden adaptarse a condiciones cambiantes gracias a su formato descentralizado, sus conexiones horizontales y su falta de estructura formal. A pesar de las limitadas oportunidades de acción pública, continúan su labor mediante prácticas significativas, aunque a menudo invisibles, de apoyo y resistencia en su vida cotidiana.
Es importante destacar que las iniciativas de mujeres de base en las repúblicas de la Federación Rusa se dan en condiciones extremadamente difíciles. El creciente autoritarismo se ve agravado por la tradicional presión patriarcal. Mientras tanto, la militarización convive con la vulnerabilidad sistémica y la falta de infraestructura de apoyo. A pesar de la represión, las activistas persisten en su actividad, a menudo trabajando discretamente, sin reconocimiento oficial ni declaraciones públicas. Su foco está puesto en ayudar a las mujeres, defender sus derechos y reflexionar críticamente sobre su posición en la sociedad.
En Baskortostán se celebran anualmente festivales feministas benéficos y educativos. Las feministas locales apoyan el Centro de Crisis de Ufá, que ayuda a mujeres en situaciones de violencia doméstica (en particular, la ONG Oportunidad): hacen trabajo voluntario y recaudan donaciones para apoyarlas. Durante cuatro años consecutivos funcionó en Ufá el proyecto Femtuses, en cuyo marco las feministas organizaron más de 70 reuniones de debate sobre cuestiones de género.
La iniciativa Femkyzlar se dedica al activismo feminista en Tartaristán. Las activistas realizan una labor educativa constante en redes sociales, exploran las intersecciones del feminismo con el islam y generan conocimiento local frente a la censura y la estigmatización. La iniciativa también organiza festivales, conferencias, promociones digitales y eventos de entretenimiento para mujeres.
La iniciativa Ya–SVOBODA (Yo soy la libertad) en la República de Buriatia, en el extremo oriente ruso, continúa su labor, originada en el contexto de los derechos humanos. El grupo lanzó una campaña contra el acoso callejero en 2022 y actualmente se concentra en construir un refugio para mujeres en la ciudad de Ulán-Udé. El proyecto ayuda a mujeres y a otros grupos aliados a afrontar las consecuencias de la violencia. Ofrece orientación legal, explica cómo buscar ayuda y ofrece recursos para la recuperación psicológica. Además, sensibiliza constantemente sobre problemas que se pasan por alto, desde la violencia doméstica hasta las lagunas legislativas. En una región donde el Estado descuida sus responsabilidades sociales, estas acciones se convierten en una forma de resistencia política.
El activismo feminista rara vez se hace público en el Cáucaso Norte, no porque no exista, sino porque los riesgos son excepcionalmente altos. Si bien no es imposible, estos esfuerzos son extremadamente peligrosos debido a la presión tanto del Estado como de los entornos tradicionalistas. En ese contexto, la confianza, la flexibilidad y las redes horizontales resultan esenciales para posibilitar acciones eficaces y específicas.
Junto con los esfuerzos anónimos y clandestinos, existen algunas iniciativas más estructuradas. El grupo de derechos humanos Marem apoya a mujeres sobrevivientes de violencia doméstica en las repúblicas de Chechenia, Daguestán, Ingusetia y Osetia. El grupo ofrece asesoramiento legal y psicológico y, cuando es necesario, ayuda a las mujeres a evacuarse a un lugar seguro.
Según las costumbres locales, los niños de la región son considerados parte del linaje paterno. En casos de separación familiar, esto a menudo significa que las madres no solo pierden la custodia, sino que también se les niega el contacto con sus hijos. El proyecto educativo y de investigación Kavkaz bez Materi (Cáucaso sin Madres) trabaja en el abordaje de este tema.
A pesar de los muchos obstáculos, el grupo de crisis SK SOS continúa su extensa labor de defensa de los derechos de las personas LGBTI+ en el Cáucaso septentrional. Defensores de derechos humanos y activistas fundaron el proyecto en 2017 tras la aparición de informes sobre la persecución masiva y el asesinato de personas LGBTI+ en Chechenia. El programa SK SOS ayuda a las personas LGBTI+ a escapar de regiones donde enfrentan discriminación, violencia y riesgo de muerte.
En las repúblicas de la Federación Rusa, la agenda feminista está estrechamente entrelazada con el pensamiento descolonizador. Las activistas rechazan los roles impuestos, reevalúan críticamente las normas culturales y desarrollan un lenguaje de resistencia basado en la experiencia personal y el contexto local. Esto ha dado origen a un movimiento de mujeres único: interseccional, resiliente y con profundas raíces en las comunidades a las que sirve.
Resistencia distribuida
Desde 2022, la presión sobre los derechos reproductivos en Rusia se ha intensificado. Entre los cambios significativos se incluyen los intentos de restringir el acceso al aborto, la introducción de enmiendas sobre la «protección de la vida antes del nacimiento» en la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento ruso), la aprobación de una ley contra la «propaganda a favor de no tener hijos» y el creciente involucramiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa en cuestiones de atención sanitaria. La propaganda estatal ya no considera a las mujeres como individuos, sino como instrumentos de la política demográfica. En medio de la militarización y el cambio patriarcal, las iniciativas digitales de mujeres de base se han convertido en una de las pocas formas sostenibles de resistencia: horizontal, distribuida y a menudo inadvertidas, pero muy eficaces.
En respuesta al aumento de la violencia y la vulneración de su autonomía corporal, las mujeres comenzaron a crear redes de apoyo fuera de los canales oficiales. Así surgió el Fondo de Almacenamiento de Anticoncepción de Emergencia. Su fundadora fue entrevistada con anterioridad por Posle. El proyecto reúne a más de 220 voluntarias de 80 ciudades de toda Rusia, operando a través de un bot de Telegram. Gracias a este sistema, decenas de mujeres y niñas, incluidas sobrevivientes de violencia sexual y reproductiva, han podido acceder a anticonceptivos de emergencia de forma gratuita, anónima y rápida. Esto es resistencia en su forma más pura, que se manifiesta desde la autonomía corporal en una situación de aislamiento legal y social.
Otra forma vital de apoyo fue creada por las activistas detrás de la iniciativa descentralizada Poputchitsa (Compañera de Viaje). Lo que comenzó como pequeños grupos de Telegram se ha convertido en una red integral de solidaridad que permite a mujeres de todo el país apoyarse mutuamente para llegar a casa sanas y salvas. Encuentran compañeras de viaje, acompañan a forasteras, comparten rutas y ofrecen apoyo a través de un bot y chats locales. La iniciativa aborda cuestiones de seguridad física y el derecho de las mujeres a moverse libremente por la ciudad. Permite a las mujeres elegir sus rutas y horarios sin miedo, gestionar su tiempo y vivir sin las limitaciones que supone la creciente amenaza de violencia exacerbada por la guerra.
La Alianza de Iniciativas de Mujeres opera en la intersección de lo político y lo social. Es una de las pocas estructuras públicas que ha lanzado una campaña en apoyo a los derechos reproductivos. Las activistas crearon una petición exigiendo reformas al sistema de atención materna, entre ellas el aumento de las prestaciones por maternidad, la eliminación de todas las restricciones al aborto en clínicas privadas, el límite a la intromisión de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la medicina y la solución a la escasez de anestesia y vacunas en las salas de maternidad.
Simultáneamente, integrantes de la Alianza lanzaron una campaña para enviar cartas masivas a la Duma Estatal y a los líderes de los partidos políticos. Las cartas exigían a los líderes que rechazaran una enmienda propuesta a la ley «Sobre los Fundamentos de la Protección de la Salud Pública», que proclama la necesidad de «proteger la vida antes del nacimiento». En esencia, este texto allana el camino para una prohibición total del aborto y pone en peligro el acceso de las mujeres embarazadas a la atención médica. Sus acciones demuestran que la resistencia política basada en las experiencias de las mujeres y las realidades cotidianas es posible incluso bajo una severa censura.
El proyecto Derecho al Aborto surgió en el contexto del ataque político a los derechos reproductivos en Rusia. La iniciativa brinda apoyo legal e informativo a mujeres que enfrentan obstáculos para obtener una interrupción médica del embarazo. Activistas recopilaron información actualizada sobre cómo realizar un aborto legal y lanzaron un bot de Telegram a través del cual las usuarias pueden recibir consultas legales personalizadas. Esta iniciativa responde directamente a la creciente presión del Estado, la Iglesia y ciertas instituciones médicas. Tiene un propósito práctico y político: defender los derechos fundamentales de las mujeres, tanto físicos como legales.
Finalmente, Gribni:tsa es un proyecto feminista libertario que opera en la intersección del cuidado, la ayuda mutua y la acción política. Reúne a activistas de diversas regiones en una red que brinda apoyo y coordinación. Las participantes intercambian experiencias, comparten recursos y organizan protestas colectivas. Las activistas de Gribni:tsa enfatizan la implementación de principios de interacción horizontal y la toma consensuada de decisiones para fomentar la dinámica interna de iniciativas sostenibles. Una de las herramientas prácticas del proyecto es un manual para la organización de eventos activistas en Rusia. Estos eventos abarcan desde jornadas de escritura de cartas para presas políticas y campañas de saneamiento local hasta debates sobre películas y libros. Gribni:tsa demuestra que, incluso en condiciones de aislamiento y presión, se pueden crear formas resilientes de acción colectiva sin estructuras formales ni visibilidad pública.
Actualmente se está llevando a cabo en toda Rusia otra importante campaña para exigir la tan esperada adopción de una ley para combatir la violencia doméstica. Se ha lanzado en el portal de la Iniciativa Pública Rusa una petición que insta a las autoridades federales a reanudar el debate sobre la ley, que ha sido pospuesta y rechazada en numerosas ocasiones a lo largo de los años. La iniciativa reunió rápidamente más de 100.000 firmas verificadas, lo que significa que el comité federal pertinente debe ahora revisar la iniciativa.
Para visibilizar la campaña, grupos feministas de todo el país han compartido fotos de mujeres con carteles hechos a mano con mensajes como «Necesitamos la ley», «Esto es violencia, no familia» y «Me niego a permanecer callada». Estas imágenes provienen tanto de grandes ciudades como de pequeños pueblos. Muchos de los rostros de las participantes están ocultos, no para lograr un efecto dramático, sino por seguridad. Ante la creciente represión en Rusia, incluso un acto simbólico se ha convertido en un gesto arriesgado.
La necesidad de una ley de este tipo es especialmente urgente dado el regreso masivo de soldados del frente. Miles de mujeres se enfrentan a un aumento de la violencia y pierden incluso los medios de protección más básicos. En el contexto de la militarización y el colapso de las instituciones sociales, una ley como esta podría servir como una barrera esencial, aunque imperfecta, entre las mujeres y la violencia adicional. Esto ya no es solo una iniciativa legislativa; se ha convertido en una cuestión de supervivencia. Iniciativas de base como estas se han constituido en el fundamento de la resistencia de las mujeres durante los últimos tres años. No tienen jerarquía, estatus legal ni posibilidad de ser prohibidas, pero funcionan porque se basan en la confianza, la solidaridad y la experiencia vivida.
La resiliencia de las vulnerables
Las iniciativas de mujeres de base sobreviven no a pesar de su vulnerabilidad, sino gracias a ella. Su falta de jerarquías, registro formal, figuras públicas y membresía fija las hace menos susceptibles a la violencia estatal. Mientras que las instituciones tradicionales que construyen resiliencia «según las reglas» se desmoronan, las redes de cuidado perduran. Estas redes se basan en conexiones horizontales, coordinación situacional y confianza personal.
No se trata de una decisión estratégica, sino de un mecanismo adaptativo de supervivencia. Las iniciativas surgen, desaparecen, cambian de formato, se disuelven, se reagrupan y forman nuevas configuraciones. No construyen estructuras verticales; tienen sus raíces en la realidad. La flexibilidad, la invisibilidad y la escala mínima no son debilidades, sino fuentes de resiliencia.
Sin embargo, estas estructuras tienen sus problemas en términos de sostenibilidad. Cuanto menos visible es una iniciativa, más difícil es que sea escuchada. Si bien el anonimato ofrece protección contra la represión, también conduce al aislamiento. El agotamiento emocional, el miedo y la incapacidad de planificar con más de tres meses de antelación son inherentes a este trabajo. Si bien la descentralización no elimina la presión, ayuda a evitar la desaparición total. Estas iniciativas no crecen ni se desarrollan según la lógica del mercado o de la burocracia. Se propagan como un micelio: de manera invisible, en red y de forma no lineal. Esto es lo que las hace resilientes en condiciones en que la mera supervivencia es una forma de resistencia.
Alternativas feministas
Las iniciativas de mujeres de base en Rusia responden a las consecuencias de la guerra, como el aumento de la violencia, la presión sobre la sociedad civil y la pérdida de seguridad básica. Pero también crean espacios donde se pueden establecer diferentes reglas de interacción. Su trabajo se basa en el cuidado, las relaciones horizontales y el apoyo mutuo constante y diario, en lugar de la coerción y la subordinación.
En este contexto, las mujeres no son objeto de política exterior ni de estadísticas demográficas. Más bien, son figuras autónomas que toman decisiones, organizan la ayuda, construyen vínculos y crean modos de vida sostenibles.
Estas iniciativas se basan en una perspectiva feminista que se expresa a través del trabajo práctico, no solo con declaraciones ideológicas. Es el trabajo diario de abordar la vulnerabilidad, tanto la propia como la de otras. Rechaza el miedo y la instrumentalización de la violencia. Es una opción a favor del cuidado y la ayuda mutua, no una adhesión a roles de género. Es más bien una estrategia política que se emplea cuando se bloquean o criminalizan otras formas de acción.
Cuando el Estado depende de la guerra, la sumisión y el control de los cuerpos, las iniciativas de mujeres de base ofrecen un andamiaje alternativo, por frágil que sea. Mediante el cuidado, el apoyo mutuo y los vínculos horizontales, encuentran la manera no solo de sobrevivir, sino también de preservar un espacio en el que puedan seguir siendo humanas. No es un gesto de desesperación ni un ideal abstracto. Vivir de otra manera es una decisión real y repetible. No se trata de sometimiento, sino de apoyo. No se trata de miedo; se trata de trabajo conjunto. No hay otra manera de asegurar el futuro.
Nota: la versión original de este artículo en inglés se publicó en Posle el 02/07/2025 y está disponible aquí. Traducción: Carlos Díaz Rocca

