El Salvador: Intervención o negociación
Nueva Sociedad 73 / Julio - Agosto 1984
La administración Reagan ha estado cabalgando tres caballos al mismo tiempo en su política centroamericana: la ayuda a la \"contra\" nicaragüense, la militarización de Honduras y las elecciones en El Salvador con su favorito José Napoleón Duarte. Fracasos relativos han sido la no aprobación por el Congreso de los Estados Unidos, en cuatro votaciones, de la ayuda encubierta a la \"contra\" y los cambios militares acaecidos dentro del ejército hondureño. Un relativo éxito dentro del desarrollo de los acontecimientos políticos en el área centroamericana para la administración Reagan, fue la elección del candidato demócrata cristiano José Napoleón Duarte a la presidencia de El Salvador, el 6 de mayo de 1984. Los resultados no sorprendieron a nadie; todos sabían que la administración apoyaba fuertemente a Duarte y nadie puede acusar a la CIA de timidez en su participación en las elecciones salvadoreñas. En esa ocasión, fue el líder de la ultraderecha republicana, el senador Jesse Helms de Carolina del Norte, el que acusó a la CIA de ayudar encubiertamente al partido de Napoleón Duarte. Las elecciones presidenciales, en efecto, significaron un esfuerzo sofisticado de la administración - desde ayudar al candidato demócrata cristiano, hasta establecer las reglas del juego en una ley electoral - para convencer al Congreso y a la opinión pública de que los Estados Unidos están apoyando la democracia en la región.