Artículo
NUSO Nº 35 / Marzo - Abril 1978

Del exilio interno al exilio externo

Si partimos de la concepción de la obra literaria como un mensaje (estético para especificarlo), tendremos que situar su realización completa y efectiva en el proceso de enunciación que ello supone: un emisor (autor) transmite un enunciado (en nuestro caso, la obra literaria) a un receptor (el lector), dentro de los marcos establecidos por una convención (reglas de juego) y un contexto más o menos delimitado. Cualquier ruptura o ausencia de esos elementos repercute sobre la eficacia del mensaje o la anulación completa del mismo. En el acto de la enunciación literaria esta situación se torna más compleja al estar ausente físicamente el receptor y al duplicarse, de algún modo, la intencionalidad del autor por la sobrecarga estética: el mensaje literario no es meramente referencial como el del lenguaje común o científico, sino que se pretende volcado también sobre su misma estructura: no sólo pretende ser descodificado por lo que dice sino, y sobre todo, por cómo lo dice: además, la ausencia física del receptor repercute, de manera significativa, sobre los elementos restantes del proceso de enunciación y, lógicamente, sobre la naturaleza misma del mensaje literario; pues el escritor tendrá que conceder al lector virtual, el papel importante de instaurador del enunciado, ofreciéndole los datos y códigos más seguros para evitar cualquier desvío involuntario. Uno de los repertorios de códigos que el escritor tiene a la mano (organizado y establecido por lo que pudiéramos llamar tradición literaria) es el sistema literario en el cual quiere \"insertar\" su obra (ya sea afiliándose al mismo o estableciendo una oposición).

Del exilio interno al exilio externo
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 35, Marzo - Abril 1978, ISSN: 0251-3552


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