Cómo Canadá se volvió «enemigo» de Estados Unidos
marzo 2025
La guerra arancelaria de Trump no solo ha afectado económicamente a Canadá: también ha alterado su panorama político. El Partido Liberal, que ha gobernado durante diez años, parece estar en plena recuperación. Mark Carney, que reemplazó a Justin Trudeau como primer ministro el pasado 14 de marzo, ha hecho del contrapunto con Trump un eje de su discurso.

En los últimos dos meses, Canadá se ha visto sacudido por una guerra arancelaria masiva e injustificada que inició el presidente Donald Trump. En medio de la agitación económica, el panorama político del segundo país más grande del mundo también se encuentra en crisis poco antes de las elecciones federales, una votación que tendrá enormes riesgos para los canadienses, que buscan salir adelante en ausencia de apoyo estadounidense.
En tiempos normales, pocos países pueden presumir de una relación más amistosa que Canadá y Estados Unidos. Comparten la frontera sin defensas más extensa del mundo, casi 9.000 km desde el Atlántico hasta el Pacífico. La mayoría de los canadienses viven a menos de 150 km de la frontera estadounidense y la cruzan a menudo para ir de compras, pasar las vacaciones o hacer escapadas invernales a lugares como Florida. Han apoyado decididamente a los estadounidenses en innumerables crisis y desastres, desde la crisis de los rehenes en Irán hasta el huracán Katrina, desde su participación durante 13 años en la misión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán después del 11 de Septiembre de 2001 hasta el envío de bomberos a combatir los incendios forestales en California cada año.
El comercio entre Canadá y Estados Unidos también está profundamente integrado. Aproximadamente 80% de las exportaciones canadienses se dirigen al sur y casi 75% de las importaciones provienen de Estados Unidos, lo que hace que Canadá dependa en gran medida de los productos y las cadenas de suministro estadounidenses. Esta estrecha relación ha sido fructífera, con un comercio entre ambos países que totaliza más de 950.000 millones de dólares anuales y sustenta millones de empleos a ambos lados de la frontera.
El impacto de los aranceles
Pero ahora los aranceles de Trump han destrozado esta relación tradicionalmente estable. A pesar de que fue su gestión anterior la que negoció el actual acuerdo comercial, Trump ha repetido una y otra vez falsedades tales como que Estados Unidos subsidia a Canadá. Impuso aranceles de 25% a los productos canadienses y de 10% a las exportaciones de energía, y ha dicho repetidamente que Canadá se convertirá en el «estado número 51», una clara referencia a la anexión.
Ontario, el motor económico de Canadá, es particularmente vulnerable en una disputa arancelaria debido a su enorme y profundamente integrada industria automotriz, que aporta cada año cerca de 19.000 millones de dólares canadienses a la economía del país. La integración transfronteriza es tan completa que las piezas de un solo automóvil pueden cruzar la frontera entre Canadá y Estados Unidos hasta ocho veces antes del ensamblaje final, lo que hace que relaciones comerciales fluidas sean esenciales para la industria.
El impacto de los aranceles no ha tardado en sentirse en todo el país. La industria del aluminio de Quebec, que explica alrededor de 60 % de la producción norteamericana, también enfrenta grandes riesgos. Y en la Columbia Británica, los productores de madera están preocupados, ya que aproximadamente la mitad de sus exportaciones se destinan al mercado estadounidense. El sector energético también está profundamente integrado: Canadá suministra electricidad al noreste de Estados Unidos y cerca de 60% del crudo importado, con numerosas refinerías diseñadas específicamente para procesar lo que emerge de las arenas bituminosas canadienses.
Los canadienses han reaccionado con rapidez y firmeza a este ataque económico no provocado de su vecino más cercano. El gobierno federal y los provinciales han contestado con aranceles dólar por dólar, han retirado la venta de alcohol estadounidense en todo el país e incluso han amenazado con interrumpir las exportaciones de electricidad. También han cancelado sus planes de viaje a Estados Unidos, boicoteado productos estadounidenses, han organizado protestas y se han sumado a un movimiento masivo de «compre canadiense». Una encuesta de Ipsos reveló que 65% de los canadienses tenía la intención de evitar los viajes a Estados Unidos y 67% por ciento planeaba evitar la compra de productos fabricados en ese país, un importante indicio del creciente nacionalismo que están adoptando los canadienses frente a las amenazas de Trump.
La guerra arancelaria de Trump también ha cambiado drásticamente el panorama político canadiense. Hace apenas unos meses, el primer ministro Justin Trudeau y su Partido Liberal parecían políticamente terminados: tras una década en el gobierno, había caído en una profunda impopularidad y enfrentaba presiones dentro de su propio partido para que dimitiera. El líder conservador, Pierre Poilievre, conocido por su singular populismo descarado y anti-woke, parecía destinado a ganar cómodamente las elecciones de 2025.
Pero la repentina renuncia de Trudeau en enero pasado desató una carrera por el liderazgo del Partido Liberal justo cuando Trump lanzaba su guerra comercial. En medio de este caos, apareció Mark Carney, quien en marzo obtuvo una rotunda victoria y es ahora el nuevo líder del Partido Liberal y primer ministro designado.
Carney es una figura internacional de gran reconocimiento con sólidas credenciales económicas. Nacido en los Territorios del Noroeste de Canadá y educado en Harvard y Oxford, trabajó en Goldman Sachs y fue director del Banco de Canadá durante la crisis financiera de 2008, y posteriormente director del Banco de Inglaterra durante el Brexit y la pandemia de covid-19. Carney es un experto en economía global conocido por su serenidad y su afinidad con las políticas económicas de bajas emisiones de carbono, un marcado contraste con el populismo antielitista de su oponente conservador.
Después de una década de política progresista bajo el liderazgo de Trudeau, Carney ha dado rápidas señales de que conducirá al Partido Liberal nuevamente hacia el centro político con una reducción del gasto gubernamental, el fin del impopular impuesto al carbono de Trudeau y una reducción de los impuestos a las ganancias de capital que apuntaban a los canadienses más ricos.
Bajo el liderazgo de Carney, los liberales intentarán recuperar a los votantes desencantados que perdieron a manos de los conservadores en los últimos dos años, y no tardarán en poner a prueba a su nuevo líder. En Ottawa proliferan las especulaciones sobre la posibilidad de que Carney, una vez que haya prestado juramento, convoque a elecciones en los días siguientes para aprovechar el impulso que vive su partido.
¿Dará resultado la apuesta de los liberales?
Es difícil decirlo. Carney está gozando de un importante impulso en las encuestas, lo que ha permitido a su partido superar una desventaja de 20 puntos y quedar a la par de los conservadores. Trump y las relaciones con Estados Unidos son ahora los temas que más atribulan a los canadienses, a punto tal que superan a la preocupación de los votantes por el empleo y la economía, un tema que los conservadores han dominado durante los últimos dos años.
El equipo de Carney apuesta a que los canadienses, preocupados por la amenaza de Trump, busquen a alguien con firmeza para gestionar la crisis. También ven una oportunidad para presentar a Poilievre como un MAGA light debido a la similitud de su estilo con el de Trump y la coincidencia entre sus partidarios en Canadá. Elon Musk intervino en la política canadiense en enero para respaldar a Poilievre, una intromisión que causó malestar a muchos conservadores en medio de la guerra arancelaria.
Las recientes elecciones provinciales en Ontario, la provincia más grande de Canadá, demuestran cuánto han impactado los aranceles de Trump en la política canadiense. Doug Ford, primer ministro de Ontario, conservador y populista, se aseguró un tercer mandato, algo poco común, al posicionarse eficazmente contra los aranceles de Trump. Ford aprovechó con éxito el sentimiento nacionalista, enfatizando la fortaleza económica y el orgullo canadiense, y esto lo condujo a una victoria electoral a pesar de los indicios crecientes de que su gobierno se estaba volviendo impopular. Los estrategas del Partido Liberal apuestan a que esta es una senda que también podrían aprovechar Carney y los liberales.
Tales cambios han generado desafíos para el partido socialdemócrata canadiense, el Nuevo Partido Democrático (NDP, por sus siglas en inglés), que actualmente ocupa el cuarto lugar a escala nacional en las encuestas. Con dificultades para abrirse paso en los debates nacionalistas dominados por cuestiones económicas, el NDP enfrenta una ardua lucha para defender eficazmente a los trabajadores canadienses gravemente afectados por los aranceles. Deberán colaborar estrechamente con las organizaciones sindicales para concentrarse en amortiguar el impacto del caos económico en la ciudadanía.
El caos económico que se está desatando en torno de los aranceles de Trump también ha puesto de relieve la precariedad de la dependencia de Estados Unidos que padecen los canadienses, tanto en materia de seguridad económica como de defensa. Históricamente, Canadá ha intentado equilibrar esta dependencia ampliando sus relaciones comerciales con Europa y Asia. La agresiva postura arancelaria de Trump, su hostilidad hacia la OTAN, así como los valores y preocupaciones compartidos sobre el cambiante orden mundial probablemente convertirán a Canadá y Europa en socios comerciales y de defensa aún más cruciales en los próximos años.
Por primera vez en la historia reciente, las elecciones canadienses giran principalmente en torno de la gestión de las relaciones con Estados Unidos, lo que marca un cambio significativo en las prioridades de los votantes, que han pasado de centrarse en la economía nacional a preocuparse por el comercio, la seguridad económica y el empleo. Trump será un actor tan importante en las próximas elecciones como cualquiera de los candidatos a primer ministro, lo que sitúa a Canadá en un momento político impredecible, con consecuencias que serán importantes durante las próximas décadas.
Nota: La versión original de este artículo en inglés se publicó en IPS Journal el 17/03/2025 y está disponible aquí. Traducción: Carlos Díaz Rocca