Por los estragos que ocasiona la "guerra aérea" o las tácticas de "tierra arrasada" que implementa la fuerza armada en contra de la población salvadoreña, se puede afirmar que esta estrategia político-militar conlleva dos objetivos fundamentales: matar al hombre, en este caso a la guerrilla y la población civil simpatizante, y la naturaleza que le da protección espontánea al movimiento insurgente.