Opinión
marzo 2018

Votando legisladores, mirando a la presidencia

¿Qué sucedió en las elecciones legislativas colombianas?

Las elecciones legislativas colombianas no sirvieron solo para definir los nuevos integrantes del Congreso. También apuntalaron candidatos con vistas a las elecciones presidenciales. ¿Tiene alguna posibilidad del progresismo de quebrar la hegemonía de las derechas?

<p>Votando legisladores, mirando a la presidencia</p>  ¿Qué sucedió en las elecciones legislativas colombianas?

Los comicios legislativos colombianos del pasado domingo, no sirvieron solo para conformar el Parlamento del país. Además, resultaron indicativos de la fortaleza electoral de diversos actores que se medirán en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en apenas dos meses, a finales del próximo mes de mayo.

Conviene señalar que las elecciones del pasado domingo coincidieron con dos procesos de consulta partidista previos, con los que se buscaba definir candidatos a la carrera presidencial. De un lado, la derecha colombiana se debatía entre tres nombres: Marta Lucía Ramírez (exministra de Defensa de Álvaro Uribe), Alejandro Ordóñez (ex Procurador General de la Nación) e Iván Duque (el candidato oficialista del partido Centro Democrático, personificado en torno al expresidente Álvaro Uribe). Del otro lado, parte del progresismo se debatía entre Carlos Caicedo (ex alcalde de Santa Marta) y el también ex alcalde capitalino, Gustavo Petro. En uno y otro caso los resultados previsibles se cumplieron, y Duque y Petro se impusieron con claridad, si bien, con diferentes proyecciones.

La victoria de Duque, primeramente, muestra la fuerza del personalismo del ex presidente Uribe. En el fondo, era indiferente quién fuese el candidato del Centro Democrático. Millones de personas votan lo que el exmandatario antioqueño diga. Para mucho de ellos, fue él quien mejoró la situación de un país que se dirigía hacia la senda del Estado fallido, y suya es la recuperación de la situación del orden público y el control territorial frente a la violencia guerrillera. Dan igual sus excesos antidemocráticos y los vínculos de su etapa como mandatario del Estado con el paramilitarismo. Uribe es un monstruo político. Abandonó su segunda presidencia copada de escándalos con más de un 80% de popularidad y sin desgaste mediático alguno. Fue valedor de Juan Manuel Santos en 2010, y también quien le derrotó en la primera vuelta de las elecciones de 2014 – aun con un candidato gris como era Óscar Iván Zuluaga – y, nuevamente, movilizó millones de votos en contra del Acuerdo de Paz en el plebiscito de octubre de 2016. Otra vez el Centro Democrático se convierte en el partido más votado y su candidatura al Senado en la que más apoyos recibe por parte del electorado colombiano.

Al respecto, conviene señalar que Iván Duque ha obtenido casi el triple de votos que Marta Lucía Ramírez, la candidata oficiosa del Partido Conservador, y quien, tras el resultado, será su compañero fórmula vicepresidencial. Este hecho, nada baladí, no solo implica la unificación de buena parte de la derecha colombiana, sino que evidencia la coalición entre los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, toda vez que supone una suma cercana a los seis millones de votos que, prácticamente, aseguran la presencia en segunda vuelta del candidato uribista.

El segundo partido con más votos en las Legislativas fue Cambio Radical, que es la maquinaria partidista del ex vicepresidente y candidato Germán Vargas Lleras, quien obtuvo algo más de dos millones de votos. A pesar del buen resultado del partido con vistas a las presidenciales, lo expuesto con anterioridad le cierra el camino del voto más conservador a Lleras, y que era, precisamente, la parte del tablero político en la que mejor se identifica como candidato.

Esto le obliga a no disfrutar del voto cautivo del conservadurismo más ortodoxo y tener que buscar apoyo electoral en el centro político colombiano (que también es conservador). Allí, deberá de captar votos del Partido de la U – el partido del Presidente Juan Manuel Santos – que obtuvo otros dos millones de votos, y lo cual es un éxito si se tiene en cuenta que el mandatario colombiano no participó de manera alguna en la campaña y que el partido, sin liderazgo, es una suerte de conjunto de figuras políticas de segundo orden que buscan su interés particular. Sin embargo, Lleras podría encontrar el apoyo de parte de este Partido de la U en tanto que la otra mitad de su estructura resulta renuente a su apoyo por considerarle, en cierto modo, una suerte de “traidor distante” con Santos, dado su escaso compromiso por afianzar el Acuerdo de Paz. Quizá, lo que posiblemente acontezca en estos días, es que cambie su actual fórmula vicepresidencial para atraer a parte del Partido Liberal, especialmente al sector del ex presidente César Gaviria. Y es que únicamente con los apoyos de parte de la U y del Partido Liberal, aparte del voto que se abstuvo de participar en las Legislativas, Vargas podría obtener lo más de cuatro millones de apoyos que necesita para pasar a segunda vuelta.

En el centro también se encuentra el referido Partido Liberal, que obtuvo cerca de dos millones de votos y la victoria en la Cámara de Representantes, y frente al cual se encuentra el exjefe del equipo negociador con las FARC-EP, Humberto de la Calle. También está la Alianza Verde, con algo más de un millón de votos, y encabezada por el ex alcalde de Medellín y ex gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo. Complementarían la izquierda, de acuerdo a los resultados de estas Legislativas, otro millón más, fracturado entre el Polo Democrático y la Coalición Lista de la Decencia que, no obstante, en suma, han mejorado sustancialmente los datos del progresismo colombiano con respecto a las elecciones anteriores. Asimismo, y casi anecdóticos serían los pírricos 50.000 votos, aunque simbólicamente importantísimos, que obtuvieron las FARC.

Lo cierto es que cualquier opción del centroizquierda pasa por una alianza de liderazgos y siglas, al menos, entre Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Gustavo Petro. El hecho de que las FARC hayan hecho de la desgracia virtud – por su abandono a la carrera presidencial tras los problemas de salud de su candidato político - sería positivo, por llegar a estas elecciones como una suma que resta. La cuestión clave es: ¿sería posible una alianza de estas características? ¿Quién resultaría como candidato en caso de darse esa posibilidad? Posiblemente, los casi tres millones movilizados por Gustavo Petro sirvan para demandar una alianza alrededor de su candidatura. Sin embargo, en una hipotética búsqueda por la segunda vuelta, posiblemente por lo conservador del electorado colombiano, el mismo Petro sería quien tendría más probabilidades de derrota frente a un Iván Duque que, por lo inelástico de su voto, perdería electoralmente ante cualquier otro candidato.

Lo que parece claro es que, a día de hoy, esa alianza se torna difícil y, de no producirse, será la vía que de paso a que Germán Vargas Lleras tenga algún tipo de oportunidad de pasar a segunda vuelta. En tal caso, posiblemente este hecho le haría ganador por ser depositario de todo lo que se encuentra a la izquierda del Centro Democrático.

Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Gustavo Petro se arañan demasiados votos entre sí, de modo que si nada cambia en esta parte del tablero y como ha sucedido en estas elecciones legislativas, todo invita a pensar en que la próxima presidencia de Colombia se disputará nuevamente entre la derecha más radical y el centroderecha. Cualquier otra posibilidad requiere, necesariamente, integrar puntos en común del progresismo como combatir la ingente brecha social, afianzar el Acuerdo de Paz o intervenir sobre la insultante corrupción que lastra el país y su escasa calidad democrática. Todos ellos, puntos que comparten buena parte del liberalismo colombiano, la Alianza Verde y la izquierda más ortodoxa. Únicamente dejando los personalismos fuera, y entendiendo que polarizar en exceso puede jugar en su contra, el progresismo podría albergar alguna esperanza. De lo contrario, el juego por la presidencia se resolverá, como siempre, en el sector más conservador de la política colombiana.



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